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Actualizado: 12 de junio de 2025
«¡Ana iba a darse en espectáculo!» cierto, esa era la frase. ¿Qué más hubiera querido ella, la de Fandiño, que darse en espectáculo, que hacerse mirar y contemplar por toda Vetusta? ¿Y el traje? ¿cómo es el traje? ¿sabe usted...? ¿Pues no he de saber? contestó doña Petronila, orgullosa porque estaba enterada de todo . Ana llevará túnica talar morada, de terciopelo, con franja marrón foncé....
La mona se dio por enterada, y volvió a la cocina dando brincos. «A ver dijo la señora hablando consigo misma , ¿se me olvidará algo?.. ¡Ah!, el portamonedas. ¿Qué hay que traer?... Fideos, azúcar... y nada más. ¡Ah!, el aceite de hígado de bacalao: lo que es eso no se lo perdono. A cucharetazos es como se cura esto. Y ahora no habrá el realito de vellón por cada toma.
La reina Isabel, antes que su hija, estaba enterada de todo; conocia perfectamente el ardiente amor que esta profesaba á su marido, y presumiéndose que tal vez su partida seria el móvil principal de un gran escándalo, trató de evitar su marcha, aunque á costa de mucho trabajo. Conocia que las relaciones de amor de Felipe eran demasiado nuevas para que tan pronto pudiese haber un rompimiento.
En una pausa Fernanda alzó los ojos sonrientes hacia su ex-novio y le preguntó, no sin ruborizarse un poco: ¿A que no sabes por qué le han cortado el pelo a la niña? El conde la miró sin contestar. Ayer lo elogié yo mucho y me permití besarlo. Era la primera vez que Fernanda se daba por enterada de su secreto. Experimentó una fuerte sacudida. Sus mejillas se enrojecieron. Las de ella también.
Nunca habían tenido otro confidente; nadie en el mundo más que ella estaba enterada de sus amores, y en el curso de ellos les había servido prodigiosamente; fue su centinela, su salvador en muchas ocasiones, su ángel tutelar siempre. No era sirviente de la casa, sino protegida de la señora.
Pues bien, lo seré... y usted será inexorable; lo conozco... Fui a casa del señor Lautrec a reclamar unas cartas que había tenido la imprudencia de escribirle... Muchas imprudencias son esas para una mujer que va a casarse, Luciana... ¿Qué decían esas cartas? ¿Estaba su madre de usted enterada de esa correspondencia? Si lo hubiera estado no hubiera yo ido en secreto a reclamarlas.
La mujer le cuidaba como se cuida a un niño, y se había borrado de su mente la idea de que era un hombre. Vino doña Lupe muy temprano, y enterada que Maxi estaba bien, empezó a dar órdenes y más órdenes, y a incomodarse porque ciertas cosas no se habían hecho como ella mandara. Iba de la sala a la cocina y de la cocina a la sala, dictando reglas y pragmáticas de buen gobierno.
Pero tales devaneos quedaban en el secreto; el miedo al quefe ahogaba la murmuración y como además costaban poco dinero, doña Bernarda no se daba por enterada. No amaba a su marido: tenía el egoísmo de la señora campesina que considera cumplidos todos sus deberes con ser fiel al esposo y ahorrar dinero.
El general Patiño, fatigado de enviar mortíferos proyectiles a la esposa de Calderón sin que la plaza se diese siquiera por enterada, había levantado el cerco para sitiar a la marquesa de Ujo, que a las primeras granadas había capitulado abriendo las puertas al enemigo.
Gillespie tuvo que reconocer que la viuda estaba bien enterada de su existencia; tal vez por la indiscreción de un amigo infiel, tal vez por las informaciones de algún detective particular. En realidad, este ingeniero era algo dado al ensueño, gustaba mucho de la lectura, y en sus cajones, junto con los planos y los cálculos de su profesión, guardaba varios cuadernos de versos.
Palabra del Dia
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