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Los médicos del pueblo que fueron llamados por teléfono vinieron prontamente y le hicieron la reducción no sin agudos dolores. El enfermo quedó tranquilo, durmió y amaneció sin fiebre al día siguiente. Escudero, que avisado por telégrafo llegó en el primer tren de la mañana, viéndole en estado satisfactorio quiso llevárselo a Madrid. Reynoso se opuso enérgicamente.

Y dos o tres maestras, cogidas en el remolino, alzaban las manos desesperadamente, haciendo señas al inspector. ¿Pero qué piden ustedes? ¿No oyes, hijo? Jos-ti-cia-berreó una desvenadora al oído mismo del empleado. Que nos paguen, que nos paguen, y que nos paguen exclamó enérgicamente Amparo, mientras el rumor de la muchedumbre se hacía tempestuoso.

Había tomado enérgicamente su partido y había trazado de antemano la senda de su vivir. Las frases burlonas de quedarse para tía o para vestir imágenes no hacían mella en su firme y acerado corazón, ni podían violentarla ni inclinarla a aceptar marido con el solo fin de no llegar a solterona.

Ademas, el obrero tiene mas independencia y dignidad trabajando por su cuenta ó en escala reducida. No pretendo examinar aquí una cuestión económico-moral tan importante; pero haré notar la observacion hecha respecto de las poblaciones obreras en Europa. Sevilla, como he dicho, es una ciudad artista y artística por excelencia, y sus industrias lo revelan enérgicamente.

El conde dirigió una carta a su prima, donde cortés, pero enérgicamente, le manifestó que su sobrina no saldría de su casa sino para el altar, y aconsejándole que desistiera, por el buen nombre de ella y de la familia, de querer forzar la voluntad de la joven. No si a influjo de esta carta o por temor o vergüenza, doña Tula no dio un paso para reclamar a su hija.

Su voz tomó inflexiones de burla provocativa: Pepe, sin dejar de limpiar con cuidado la poca sangre que don José tenía ya casi seca en el nacimiento del pelo, repuso enérgicamente: ¡No! no saldrás sin permiso mío. Ya que es preciso, lo diré claro, hablaré como nunca me habéis oído hablar.

Tales son las siguientes: La campana de Aragón, cuyo argumento pinta enérgicamente la lucha entre la nobleza aragonesa y el poder real, que al fin deja caer su roto cetro sobre sus inquietos vasallos. La inocente sangre. Al empezar el reinado de Fernando IV tuvo que luchar este Rey con un partido contrario, que intentaba ceñir la corona en las sienes de su tío Alfonso.

Mientras tanto viene un demonio, levanta una tienda para despachar sus mercancías, se chancea con el Tiempo y el serafín, y sostiene que no escasearán los compradores de sus géneros. Mercurio cita luego á Roma, que representa á la Iglesia, la cual vende la paz de las almas, y contra esto protesta tan enérgicamente el demonio, que obliga á Roma á descampar.

Jadeaba con desmayo y acopiaba sus escasas fuerzas para suspirar de continuo: «Claro, claro; ¿qué duda cogeLuego, con intermitencias, como un reloj arbitrario, producía enérgicamente, al concluirse las frases del invisible conferenciante, una a manera de rítmica onomatopeya: «tris-tras, tris-tras, tris-trasCuando la voz catarrosa e incorpórea dijo, con la frialdad de una sentencia fatídica: «El sapo no factura la beligerancia, la inquisición, el pongo y quito de los comensales.

Febrer acogió estas palabras con una sonrisa de gozo; pero el payés desvaneció instantáneamente su alegría, añadiendo enérgicamente: No puede ser, y no será... Piense ella lo que piense, yo me opongo, porque soy su padre y quiero su bien... ¡Ay, don Jaime! Cada cual con los suyos.