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Actualizado: 27 de mayo de 2025
Clotilde, igualmente, aparecía más bella que nunca, revelando en su rostro expresivo la dulce emoción que la embargaba y el ansia de ganar laureles para su dueño. Abriose el telón, y todos se fueron a ocupar sus asientos. En las cajas sólo nos quedamos el autor y cuatro o seis amigos.
Su pena sincera no era parte a ocultar la satisfacción que la embargaba por el feliz arreglo de su conflicto metálico en aquel día crítico. Cómo y de qué manera se había hecho el arreglo, ya lo diría más adelante, pues no era ocasión de importunarla con cosas que no le importaban... «¿Y el médico qué dice?». La excelente señora esperaba que la ceguera fuese una desazón de pocos días.
La Nela seguía andando despacio, inquieta de lo que en sí misma pasaba y de la angustia deliciosa que la embargaba. Su imaginación fecunda supo al fin hallar la fórmula más propia para expresar aquella obsesión, y recordando haber oído decir: Fulano o Zutano tiene los demonios en el cuerpo, ella dijo: «Yo tengo los ángeles en el cuerpo.... Virgen María, tú estás hoy conmigo.
Este estuvo a punto de precipitarse en el aposento; pero, dándose cuenta en el acto de que así podría causar un efecto fatal en el ánimo de su amada, procuró revestir su semblante con una expresión serena, y empujando la puerta con suavidad, entró sonriente, aunque la desesperación más sombría embargaba su alma.
Su alegría en el coche cuando almorzaban, y ella le limpiaba el pescado de espinas; la escena de la barca, en que le vio melancólico, a punto de llorar al escucharla; la turbación que se apoderó de él en el tren cuando le invitó a descalzarla; finalmente, aquel beso de amor en los labios que le impresionó hasta hacerle perder el sentido, le parecían a la luz de los recuerdos otros tantos signos indudables del sentimiento que embargaba el pecho de su confesor.
Mil gracias. Hasta luego. Así que me hube lavado y aliñado un poco, viendo que aún no eran más de las cuatro de la tarde, salí a dar un paseo por la ciudad. No tengo para qué advertir que la idea que me embargaba totalmente en aquel momento era la de hallar y ver el convento o colegio del Corazón de María, donde tenía el mío prisionero.
Al otro día fué al paseo del Retiro y allí la halló. Desde entonces espió y siguió sus pasos con una constancia que revelaba el profundo sentimiento que embargaba su espíritu. Aunque tenía bien presente la fisonomía de su madre, el semblante de Clementina Salabert se lo traía a la memoria con mayor energía. Esto le producía vivo dolor, en el cual se placa, aunque parezca paradójico.
Y aunque yo me hubiera dado cuenta de su amor, ¿habría podido hacerla feliz? ¡Sólo a ella podía confiar mi pasión por la otra!... Alejandra trató de curarme llamándome al deber de servir la causa: quise escucharla, pero en vano. La idea de reconquistar el amor que antes desdeñara, embargaba y dirigía mi vida entera.
Pero no se me ocultó que aquella alegría que embargaba mi ánimo al ver a Gabriela, al estar a su lado, al conversar con ella, en la mesa o en la sala, y la tristeza que se apoderaba de mi espíritu cuando me veía lejos de la encantadora señorita eran indicios de que en mi pecho se encendía irresistible amor. «No, me dije no, es preciso ahogar esta pasión que apenas nace y ya me quema.
Es cuestión de organismo. El mío pide la variedad. A otros les basta la unidad... Entre el hondo pesar que le embargaba y aquellas palabras desvergonzadas que le herían como latigazos, el pobre Mario no podía disimular ya más. Su rostro se iba poniendo sombrío por momentos. Tanto que Romadonga, aunque no solía fijarse en el semblante de sus amigos, concluyó por preguntarle: ¿Qué tiene usted?
Palabra del Dia
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