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Actualizado: 8 de junio de 2025
En la ribera de enfrente, los altos hornos de Sánchez Morueta elevaban sus torreones de fundición, sus numerosas chimeneas coronadas por las nubes de humo multicolor. Bajo los extensos cobertizos notábase el hormigueo de varios miles de obreros.
La nieve había cesado de caer y la Luna brillaba entre dos grandes nubes, una blanca y otra negra. La estrecha garganta, bordeada de ingentes rocas cortadas a pico, se extendía bastante lejos, y sobre ambos lados los abetos gigantes se elevaban hasta perderse de vista. Nada turbaba en aquel lugar la calma de los grandes bosques; dijérase que se hallaban muy lejos todas las agitaciones humanas.
Por qué maniobras obtuvo éxito la señorita Guichard donde su primo había fracasado, nadie pudo saberlo; pero una mañana vió Fortunato unos contratistas y después una cuadrilla de albañiles que se instalaban en el solar y elevaban una tapia que le quitaba la luz. Fué preciso cambiar de sitio las estufas, que ya no produjeron frutos ni flores tan buenos como antes.
D. ANGEL DE SAAVEDRA, DUQUE DE RIVAS, nacido en Córdoba en 1791, después de muchas vicisitudes, que ya lo elevaban á los cargos supremos del Estado, ya lo castigaban con persecuciones y el destierro, embajador español á esta fecha en la corte de las dos Sicilias, se familiarizó con las obras de los poetas ingleses durante su larga residencia en Londres y Malta, logrando con estos estudios formarse una idea más libre y más exacta de lo que constituye la esencia de la poesía, en la época en que las teorías francesas dominaban sin rival en su patria.
Entonces fueron los otros los que prorrumpieron en aplausos, mientras los devotos elevaban los ojos al cielo. ¡Hasta sobre las aguas se mostraba la impiedad de la villa!... Frente á un grupo peroraba un hombre de aspecto miserable, con movimientos desordenados, como si fuese un loco. Aresti reconoció al Barbas. Lo de hoy no vale nada gritaba.
«A usted, sí, y a todo el género mundano gritó con voz tan ronca, que apenas se entendía , so tía pastelera... Váyase pronto de aquí». Las monjas horrorizadas elevaban sus manos al Cielo; algunas lloraban.
Las quejumbrosas notas del acordeón se elevaban y descendían junto a la vacilante fogata del campamento con prolongados gemidos y frecuentes intermitencias. Pero como la música no alcanzaba a llenar el penoso vacío que dejaba la insuficiencia de alimento, Flora propuso una nueva distracción: contar cuentos.
Examinaba embebido las tristes murallas que se elevaban a mil pies de altura, cortadas a pico, por encima de los pinos que lo rodeaban; el cielo cubierto de amenazadoras nubes, y más abajo el valle que se hundía ya en la sombra, cuando oyó de repente que lo llamaban. Un jinete ascendía poco a poco por el camino.
Su cuenca estaba minada por fuegos subterráneos, que buscaban salidas extraordinarias por el Vesubio y el Etna y respiraban continuamente por la boca del Stromboli. Alguna vez estos hervores plutónicos elevaban el suelo, haciendo surgir, como tumores de lava, nuevas islas sobre las olas. En su seno existía doble cantidad de especies animales que en los otros mares, aunque menos numerosas.
Mi carga es más ligera que la tuya, porque yo también llevaré siempre tu anillo, y tu corazón estará eternamente junto al mío; pero jamás habrá en mis labios otro beso que el tuyo. ¡Dios te dé fuerza y consuelo, alma mía! Llegó a nuestros oídos un canto solemne. Eran las preces que elevaban los sacerdotes en la capilla por las almas de los muertos.
Palabra del Dia
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