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Actualizado: 22 de mayo de 2025


Se le veía agitar los miembros junto al casco de la nave, como unas tijeras blancas que se abrían y cerraban acompasadamente; hasta que, volviendo a la superficie con la moneda en la boca y echándose atrás el mechón húmedo que caía sobre su frente, ganaba la canoa con una agilidad de mono y volvía a temblar de frío, implorando a todo pulmón la generosidad del «caballero».

No sólo se comía las velas, sino que lamía los platos, y dimpués... tiraba los tenedores al suelo. Cuando su papá Ramón le reprendía, le enseñaba la lengua, diciendo hostias y otras isprisiones feas, y dimpués... hacía una cosa muy indecente, ¡vaya!, que era levantarse el vestido por detrás, dar media vuelta echándose a reír y enseñar el culito. Santa Cruz no podía permanecer serio.

Quintanar pasó a la convicción contraria; se le antojó que bien podían ser las ocho, se vistió deprisa, cogió el frasco del anís, bebió un trago según acostumbraba cuando salía de caza aquel enemigo mortal del chocolate, y echándose al hombro el saco de las provisiones, repleto de ricos fiambres, bajó a la huerta por la escalera del corredor pisando de puntillas, como siempre, por no turbar el silencio de la casa. «Pero a los criados ya los compondría él a la vuelta. ¡Perezosos!

¡Cómo pasa el tiempo! contestó el hombre del cuello alto echándose al coleto un enorme vaso de aguardiente ; me parece que fue ayer: ¿no es eso, Grano de Sal? Y si te llamo Grano de Sal entre nosotros, es porque me lo has permitido, muchacho. Esto me recuerda los tiempos pasados. Y el viejo se echó a reír dulcemente.

Los Turcos con gran priesa pusieron los carros alrededor de los cautivos y presa, haciendo su acostumbrada oracion así lo cuenta Gregoras, y echandose polvos sobre la cabeza. Al tiempo de pelear, Philes acometió al anemigo; pero el que gobernaba el cuerno derecho, matando por sus propias manos dos turcos, fué herido en un pié de suerte, que se hubo de salir de la batalla.

Ahora dijo Juan , lo que importa es que vuesa merced se mude de medias y se ponga zapatos. ¿Y con qué, voto á Baco? dijo Quevedo. Con mis zapatos y con mis medias. Paréceme bien dijo Quevedo echándose fuera las calzas enlodadas , pues digo que el enclavamiento fué donoso. A él debéis la vida, que si la tierra no está blanda, os estrelláis. ¿Y qué vas á ponerte?

Sin despegar los labios, abandonaba Nina el jergón, y, echándose una falda, hacía la taza de tila en la cocinilla económica, y antes o después daba la medicina a la enferma, y luego las friegas, y por fin acostábase con ella para arrullarla como a un niño, hasta que conseguía dormirla.

Mira que mi madre está ahí murmuró la condesa echándose a reír a pesar suyo ; eres un insolente. Y añadió en voz alta : Tendré mucho gusto en recibirle. ¡Bien, muy bien! exclamó el general, barajando violentamente los naipes ¡Mimarlos, abrirles las puertas de par en par, ponerles andadores!; se divertirán a vuestra costa y después se burlarán de vosotros.

«Para rarezas ... dijo al fin echándose a reír . A ti que te debían enseñar por las ferias... a dos reales, un real los niños y soldados. Cree que ganaba dinero el que te expusiera». Con un cartelón que dijese: «se enseña aquí el hombre más desgraciado del mundo». Por su culpa, por su culpa; hay que añadir eso. Ser desgraciado y no volver los ojos a Dios es lo último que me quedaba que ver.

¡Ay, divina Madre de Dios! exclamó la Nela, echándose atrás las guedejas que le caían sobre la frente . A , que tengo ojos, me parece lo mismo. Voy a pedirle a mi padre que te deje vivir en mi casa, para que no te separes de . Bien, bien dijo María batiendo palmas otra vez. Y diciéndolo, se adelantó saltando algunos pasos y recogiendo con extrema gracia sus faldas, empezó a bailar.

Palabra del Dia

ciencuenta

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