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Actualizado: 23 de septiembre de 2025
Pero a pesar de eso, al escuchar la afirmación de Blanca, estuve a punto de divulgarlo; sin embargo, logré dominarme. En todo caso, amaré a alguien, mañana o pasado; porque no se puede vivir sin amar. Y ¿de dónde has sacado, esas ideas, Reina? Pero, de la vida, tío le respondí tranquilamente. Recordad las heroínas de Walter Scott: recordad cuánto aman y cómo son amadas.
Detras del edificio están cercados por altas y sólidas murallas los patios á donde salen los reclusos, de uno en uno y por turno, á descansar y gozar del sol, del aire puro y algun ejercicio. Cuando estuve allí habia 80 reclusos, número que es el ordinario, y 30 reclusas solamente. Cada detenido se encuentra en su celda trabajando, obligado á una tarea de mínimum fijo, y constantemente vigilado.
Llegó el ama después a verme, y estuve por decirle lo que me había pasado, pero me contuve. Sentía en el alma dar un escándalo y perder a un sacerdote. Me pareció mejor disimular. Envié un recado al padre para que almorzase solo y viniese después a verme.
Y es para decirlo con una frase digna de la Alta Cámara, donde hizo sus manifestaciones el general Aznar que «los individuos son como los pueblos, y los pueblos son como los individuos». El otro día, con un calor de cuarenta y tantos grados, estuve en el Congreso. Yo nunca había observado la política española a una temperatura tan alta.
LAFRIPE. ¡Es usted muy atenta, señorita...! Acepto su ofrecimiento; le dirá usted que estuve a ver a una vieja parienta enferma y que me retrasé por eso. El no creerá una sola palabra; pero, por tratarse de usted, aparentará creerla... LORENZA. ¿Piensa usted que tengo tanto crédito para con él...? LAFRIPE. ¡Claro...! Usted es su discípula predilecta. LAFRIPE. En serio.
Cogió de la mano a Andrés y le guió suavemente hasta el escaño que había delante del hogar, donde tantas veces habían formado tertulia en las tardes de lluvia. Se sentó, y tirando de la mano al joven le obligó a sentarse también. Pensé que Rafael no te había dado mi recado. Hace una hora estuve silbando ahí delante dijo él en falsete y sin soltar la mano de su amiga.
Le miraba fijamente, con los ojos turbios de lágrimas, sonriendo al mismo tiempo para expresar su gratitud. ¡Qué bueno eres! exclamó después de un largo silencio . El día que estuve por primera vez en Villa-Sirena me convencí de mi gran error. ¡Qué mal nos conocíamos! Ha sido necesaria la desgracia para vernos tales como somos.
Mas el rostro de mi tío tomó una expresión de descontento y mi prima levantó las cejas, con un movimiento que le era peculiar, para demostrar su disgusto; movimiento tan lleno de desdén, que estuve por creer que había dicho una necedad. Después del almuerzo dimos una vuelta por el bosque.
Recibiré, pues, a Francisca... Qué penoso momento... Con tal de que tenga valor... 28 de marzo. He visto a Francisca y he tenido con ella una escena muy dura. La abuela me había suplicado tanto que me dominase, y tan vigorosamente me había sermoneado el padre Tomás, que estuve casi correcta. Francisca entró un poco desconcertada. Evidentemente tenía conciencia de su mala acción.
»¡Olga! exclamo. ¿Has podido pensar eso de mí? ¿No te acuerdas?... »Y lo que le recordé fue cierta noche, en casa de su padre, cuando fui a pedir la mano de Marta y en que estuve a punto de retirarme tristemente con una negativa, pues Marta quería sacrificarse y sacrificar su dicha, para que yo pudiera elegir a otra.
Palabra del Dia
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