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Actualizado: 31 de mayo de 2025


Cuando me sienta cansado dijo orgullosamente Balzac, escribiré para el teatro. A lo que Alejandro Dumas repuso, irónico: Le aconsejo á usted empezar cuanto antes, querido amigo. El autor de Antony tenía razón.

Alejandro Dumas que Paris, en el siglo XI y bastante despues, era una horda, porque solamente en una horda pueden consentirse tamañas tropelías. Más valiera que el Sr. Dumas tuviese presente la historia de su pueblo, antes de hacer befa de una nacion leal y generosa, á quien paga con despropósitos, con calumnias y ridiculeces. Sexta.

El remedio ... ES MATARSE. Matándose, se habilita el banquero, el hombre muere honrado, y el padre lega esta honradez á su familia. ¿No es bastante? ¿Debe el pobre viejo dudar? ¿No dice bien el hijo? ¿No tiene razon Alejandro Dumas?

Los novelistas, sin embargo, sienten cierto aristocrático desdén hacia la literatura dramática, á su juicio sobradamente artificiosa y mercantil. Cuentan que Honorato de Balzac y Alejandro Dumas se encontraron una tarde en la puerta de la Comedia Francesa. Dumas acababa de entregar el manuscrito de La señorita de Belle-Isle.

Alejandro Dumas no crea que pretendo burlarme, siguiendo su costumbre, copio á continuacion el texto en francés antiguo.

Pero el cuentecillo tiene su buena dosis de sal y pimienta. Lo sentiría mucho dijo la condesa . Es un recuerdo que he tenido al oír hacer la apología de las obras de Dumas. ¡Tantas exclamaciones vacías y ni siquiera una palabra de elogio para esa historia de la Magdalena y de Lázaro, de la que no puedo leer un renglón sin derramar lágrimas!

Es un río americano que corre tumultuoso, arrastrando troncos, detritus, arenas y peñascos, pero también partículas de oro, como dice Marius Topin refiriéndose al viejo Dumas. En Bogotá hay mucha afición por las veladas literarias, que allí llaman Mosaicos, tal vez por la variedad de temas que se tratan.

Tanto éxito obtuvo, que Abrahám Busch le cambió el manuscrito por un novelón de Dumas, que le costara dos pesos. E hizo luego un pingüe negocio, alquilándolo por diez centavos a cuanto lector se suscribiera. La obra de Valdés había sido así leída, y algunas veces hasta releída, no sólo por toda la clase, ¡por todo el colegio!

En mi cuarto, por la noche, leía furtivamente las novelas de Dumas, ese gran amigo de la adolescencia, ese encantador de los primeros años; y me adormecía entreviendo la poética figura de Ascanio u oyendo el ruido de las espuelas de D'Artagnan. Una noche, durante la época de las vacaciones, Valentina se acercó a mi lado, y con un acento lleno de gracia, me dijo: ¿Va a comer mañana en casa?

Pues yo añadió la condesa querría a Rafael, por lo mucho que me divierte, si no le quisiera ya tanto por lo mucho que vale. Aquí tienes, querida Gracia dijo Eloísa entrando y abrazando a la condesa , el Viaje de Dumas por el sur de Francia. La condesa tomó los libros.

Palabra del Dia

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