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Actualizado: 8 de mayo de 2025
Y á pesar de su indiferencia por el dinero, se asombró al saber que se negaban á aceptar doscientos cincuenta mil francos por unas rocas socavadas por las olas y dos docenas de pinos moribundos. Yo presencié las entrevistas con los viejos.
No es preciso, no, pues andan por el mundo, fatigando las prensas, más de tres docenas de novelas suyas, que pienso son leídas en toda la redondez del globo. De su vida privada, se contaban mil aventuras á cual más interesantes. Mientras fué literato, su fama era grande, su hambre mucha, su peculio escaso, su porte de esos que llamamos de mal traer.
Pidieron dos docenas de reales; diéronselos, y con tanto comenzaron una grita del diablo, diciendo: "Viva el compañero y sea admitido en nuestra amistad; goce de las preeminencias de antiguo; pueda tener sarna, andar manchado y padecer el hambre que todos."
Decíase hasta hace pocos años que era éste un representante de comedias de los que a docenas trabajan en los corrales de Madrid y aun en el Alcázar Viejo: y por esta razón se le llamó El Cómico.
Pero siendo tan infecundos en pesca el río y los regatos del país como en ninfas y Salicios y Nemorosos sus campiñas, abandonó la caña á los pocos días de dedicarse á ella, pues no compensaban dos anguilas y tres docenas de pececillos que pescó durante la temporada, todos los constipados y mojaduras que cogió sentado á la orilla del río, unas veces al sol y otras al agua.
No lejos de este monumento se encontraban dos ó tres arcones, de esos que tienen cerraduras semejantes á las de las puertas de una fortaleza, y eran verdaderas fortalezas, donde se depositaban los patacones, y donde se sepultaba la vajilla, la plata de familia, las alhajas y joyas de gran precio; pero ya no habla, en sus antros ningún tesoro, á no ser dos ó tres docenas de pesos que dentro de un calcetín guardaba doña Paz para los gastos de la casa.
Ya que en el Retiro estaba, quiso, lleno de entusiasmo, recordando las campiñas y bosques de su tierra, tenderse un rato bajo aquella frondosidad tan decantada; mas, fuese culpa de la intensidad del sol, ó de la ruindad de los árboles, es lo cierto que en una extensión de media legua de bosque no halló tres dedos de sombra, ni dos docenas de yerbas donde tender su cansada humanidad.
Después de casadas, allá se entiendan ellas, y si quieren tener dos docenas de cortejos, háganlo». En todo estamos de acuerdo dijo doña María menos en esto último, pues ni de solteras ni de casadas, les tolero la inmoralidad. ¡Ay, yo tengo ideas muy raras, Sr. D. Gabriel!
Perecían a docenas los hombres junto a los rieles. La conquista de una laguna o de un bosque por las cintas de acero era tan mortífera como la toma de un reducto artillado. A la caída de la tarde vio Ojeda pasar a don Carmelo mirando a todos lados. Iba por el buque en busca de Maltrana sin poder encontrarlo. Ese pobre se muere dijo en voz baja . Está en las últimas.
Dos docenas de hombrecillos, achicados por la lejanía, agolpábanse en la borda, con el torso desnudo, moviendo en alto sus casquetes blancos iguales a los de los cocineros. Se adivinaban sus gritos, absorbidos por el silencio del Océano, de los que no llegaba el más leve eco hasta el vapor.
Palabra del Dia
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