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Actualizado: 26 de junio de 2025
Cada cual sabía que había otros pueblos que el suyo en el mundo, a fuerza de fe; pero viajar por instrucción y curiosidad, ir a París sobre todo, eso ya suponía un hombre superior, extraordinario, osado, capaz de todo: la marcha era una hazaña, la vuelta una solemnidad: y el viajero, al divisar la venta del Espíritu Santo, exclamaba estupefacto: ¡Qué grande es el mundo!
La alcanzó en una estrechísima callejuela. Marchaba de prisa, dirigiendo miradas atrás. Al divisar a alguna distancia a Krilov, casi echó a correr, no disimulando ya el temor. Krilov apresuró también el paso. En aquella callejuela obscura y desconocida, donde sólo se hallaban él y la muchacha, experimentó un malestar muy parecido al miedo. «¡Hay que acabar!» se dijo.
Allá en un rincón el médico de cabecera escribía una receta. Al divisar a su hija, la duquesa volvió los ojos hacia ella con expresión de ansiedad y extendió una mano para llamarla. Acércate, hija mía dijo con voz bastante clara.
Por fin, una madrugada, después de larguísimo viaje, llegó a divisar desde lo alto de un cerro la blanca ciudad de Córdoba, bañada en el rubor húmedo y radioso del amanecer. Se hizo señalar desde allí, por una frutera que pasaba, el convento de las monjas del Carmen, y al pensar que bajo aquella cercana techumbre se hallaba su madre, sintió que los sollozos le entrecortaban el aliento.
Por lo menos, hay luchas y amarguras me dije a mí mismo, al ver el pálido rostro de Cecilia y sus ojos preñados de lágrimas, que sin duda quería ocultar a todos; porque, al divisar de lejos a su marido que se dirigía a la berlina, apoyado en el brazo de Enrique, exclamó repentinamente: Cochero, a escape, a escape.
Ana al divisar allá lejos, en el extremo de la cinta larga y estrecha de carretera las siluetas de los dos poderosos caballos blancos de Mesía y Vegallana, sentía un placer que se le antojaba infantil... y se ponía nerviosa de ansiedad, que crecía según se acercaban los bultos y se aclaraban las figuras de caballos y jinetes.
Eran cultivadas tierras, casas de placer con picudos techos, parques ingleses de fresco césped y menuda grama, amarillenta ya, como de otoño. Al divisar torcida vereda que, desviándose de la carretera, culebreaba por entre los sembrados, detuvo Artegui con un grito al cochero, y dio a Lucía la mano para que descendiese.
La villa antigua de Baena, en un cerro que lame tímido el Marbella, sobre el cual parece haberse empinado para señorear gran parte de la campiña hasta divisar las crestas de Sierra-Morena, lleva escritas en sus edificios, ya magníficas, ya sangrientas páginas históricas.
En un instante alcancé la calle de Argote de Molina. Al divisar la casa de Gloria vi que un coche, parado delante de ella, arrancaba hacia abajo, y que don Oscar, a la puerta, gesticulaba violentamente haciendo señas al cochero. No me cupo duda alguna de que dentro del coche iba Gloria prisionera. Lanceme a toda carrera de mis piernas en su seguimiento.
Las trompetas heroicas de Aida arrojaron su último sonido en honor de Ramadés, y ante las grandes esfinges, bajo las verdes hojas de las palmeras, se adelantaban chispeantes las bailarinas a tomar posesión de la escena. Madama Scott, con mucha atención y placer seguía las evoluciones del baile; pero Bettina se había quedado pensativa al divisar en un palco de enfrente a un joven alto y moreno.
Palabra del Dia
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