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Y no os digo esto por reprenderos, por persuadiros, por hacer de vos caso alguno por el que en alguna manera yo a vos pueda asemejarme, sino para deciros, y esto debí deciros sin otras demostraciones que os hicieran creer que en duraba la en mal hora concebida pasión que por vos he sentido, que si a romper sagrados lazos que vos habéis hecho, y a faltar a obligaciones en que voluntariamente os habéis puesto, os movían y os mueven, no mi hermosura, si es que para vos alguna he tenido y tengo, no un encendido y disculpable deseo, sino las muchas riquezas que mis paires me dejaron y que se aumentaron con las que me dejó mi buen marido, vuestras son, que los muertos no han menester del oro, ni más que de una tumba en que descansar en paz, si es que aun en la tumba pueden hallar reposo.

De estos despilfarros solo protestaba la vecindad con cierta disculpable envidia: lo malo era que marido y mujer no comían ni se iban de campo solos, como recién casados o amantes de poco tiempo, sino que siempre les acompañaban dos hermanos, Luis y Genoveva, de los cuales el primero cortejaba a Casilda, mientras la segunda bromeaba con Damián: si el tal cortejo era platónico y las tales bromas inocentes, ellos lo sabrían; pero un conocido que les vio merendando más allá de la Bombilla, decía que aquéllo era un escándalo, que cuando les sorprendió, Luis tenía a Casilda cogida por la cintura, y que Genoveva retozaba con Damián.

Todo mi valer, si yo le tuviese, mi padre le consideraría como creación suya, como si yo fuera emanación de su personalidad, así en el cuerpo como en el espíritu. Pero de todos modos, creo que él me quiere y que hay en este cariño algo de independiente y de superior a todo ese disculpable egoísmo de que he hablado.

Y no se cuenta que una sola vez tuviera la Sala que dirigirle el más comedido apercibimiento; ni de la pulcritud de su lenguaje en estrados se hizo la magistratura sino lenguas, llegando en este punto a caer D. Diego, valga la verdad, en cierto culteranismo, disculpable, eso , porque mediante él procuraba que su elocuencia saliese como el armiño de las cenagosas aguas de la podredumbre privada, adonde le arrastraban, en ocasiones, las necesidades del foro.

Lo que es el coburguismo femenino, legitimo, o ilegítimo, sigue hoy como en las primeras edades del mundo, desde Raab y Dalila hasta la gallarda y elegante Cora. Este coburguismo es más disculpable que el masculino. Lope de Vega le disculpaba diciendo: No estaba pobre la feroz Lucrecia, Que, a darle Don Tarquino mil reales, Ella fuera más blanda y menos necia.

Sólo el general, cuya bizarría, serenidad y destreza en las armas rayaba en lo sobrehumano, permaneció impávido en medio de aquel terror harto disculpable. El general se fue hacia el Príncipe, único enemigo no fantástico con quien podía habérselas, y empezó a reñir con él la más brava y descomunal pelea. Pero las armas del Príncipe tártaro estaban encantadas, y el general no podía herirle.

Seguro estoy de que no me desmentirá el aserto mi amigo el de la consabida nocturna bofetada fisimánica. ¡Cuántos ratos deliciosos suele éste proporcionarme sin percatarse de ello, con sus narraciones de pura casta! ¡Con qué fruición, pueril quizá, pero disculpable, me digo después de oirle: «Aún queda un marino!...» ¡Y qué tentaciones me acometen otra vez de publicar aquí algunas de esas narraciones!

La afrenta que te han hecho era difícil, era casi imposible de tolerar. Está visto, Dios no te quiere para la vida contemplativa. Imposible es además que permanezcas ya ni una hora en esta santa casa, donde has promovido un escándalo feroz, aunque disculpable. Por otra parte, el mozo con quien luchabas es poderosísimo por su nacimiento y riqueza y no puedes seguir viviendo donde él está.

De repente una idea poco digna, pero disculpable en la situación en que me encontraba, me llevó a su dormitorio: «En el armario me había dicho, encierra el cofrecillo donde tiene el retrato que besa, y los papeles que lee llorando. Si es necesario forzaré el armario y conoceré a ese hombre, leeré esas cartas, sabré a qué atenerme

Muy natural confirmó su padre, que ya estaba en ascuas, arrimándose más a ella ; muy natural y disculpable en una niña tan bien educada como ; pero como el punto es de importancia, de muchísima importancia, y una de las cosas que con más empeño te he enseñado yo es a que te acostumbres a ver en tu padre al mejor de tus amigos, espero que has de vencer enseguida esos reparos, para que acabe yo de entenderte; y si lo crees necesario, hasta te lo suplico... Conque ya te escucho, hija mía.