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Actualizado: 11 de mayo de 2025
Precedidos por el papú se dirigieron a la carrera hacia el bosquecillo, adonde llegaron bien pronto, pues el indígena, que comprendió que algo grave debía de haber sucedido, los guió sin vacilar. Cornelio y Van-Horn se detuvieron ante los árboles. Ambos estaban muy pálidos y dirigían ansiosas miradas a aquellos árboles; pero ni uno ni otro vieron a nadie.
Mi padre... Estaba aquí hace un instante... En cuanto te vió bajar sano del coche, ha montado en la berlina que estaba enganchada ahí abajo, y se ha ido a Sarrió. Gonzalo adivinó lo que iba a hacer y se puso más sombrío. Los dos cuñados se dirigieron silenciosos a la casa, y fueron derechos al cuarto de Gonzalo.
Como D. Cristóbal de Moura se opuso, aunque en balde, al impolítico sermón de fray Hernando del Castillo, bien se puede afirmar que en dicha ocasión, así como en algunas otras, venció en prudencia a su augusto amo. Es singular, a mi ver, la patente superioridad del pueblo, en la época del mayor valer de España, sobre los príncipes que dirigieron sus destinos, salvo los Reyes Católicos.
Dejaron el taller y se dirigieron a esa avenida de los arrayanes de que tanto hemos hablado en el curso de nuestra narración. Recordará tal vez el lector que en uno de los extremos de la citada avenida existía una plancha de tiro: en frente, al lado opuesto, había un asiento rústico empotrado en la pared.
Habían empezado á caminar, é insensiblemente se dirigieron hacia el pueblo. Ricardo marchaba á pie, con una mano apoyada en el cuello del caballo y los ojos en alto, para ver á Celinda mientras hablaba. Los peones, dando por terminado el trabajo, recogían sus herramientas.
Renovaron Pisano y su hija las demostraciones de gratitud, prometieron los escuderos repetir tan grata visita y habiendo cesado la lluvia, se dirigieron éstos de la calle del Rey, donde vivía el artista italiano, á la de los Apóstoles, en cuya esquina ostentaba su muestra la Hostería de la Media Luna.
El padre se la retiró bruscamente con visible desagrado. Y otra vez subieron a la tribuna varias damas y caballeros, y ejecutaron, en toda la extensión de la palabra, algunas melodías religiosas de Gounod. Al fin salieron del oratorio todas aquellas almas beatas y se dirigieron al salón.
Si desnudo le pareció a la lavanderilla un ángel o un genio por la hermosura, ya vestido la deslumbró con su majestad, y le pareció el emperador del mundo y el príncipe más adorable de la tierra. Aquellos señores se dirigieron en seguida al comedor y se sentaron en una espléndida mesa, donde había tres cubiertos preparados.
De pronto, la mujer abrió los ojos temerosamente, y sus grandes pupilas se dirigieron hacia el mismo sitio del muro en que se hallaba Ramiro. El, sin embargo, no había hecho el menor movimiento.
Conque, ¿vamos, Baldomero? ...Cuando... quiera... don Melchor dijo Baldomero, que se había quedado contemplando a Ramona. Acompañados por Ricardo y Lorenzo se dirigieron a la caballeriza donde Hipólito palmeaba en la tabla del pescuezo al Platero, mientras lo tenía sujeto por una oreja. Aguarde que yo monte, don Melchor; ¡tenéselo, ché, Hipólito! ¿Por qué, Baldomero?
Palabra del Dia
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