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Actualizado: 11 de mayo de 2025
También convendría recorrer las aldeas de la sierra para comunicar a la gente lo que sucede y convenir con ellos una señal a fin de reunirse en caso de ataque. Esté usted tranquila dijo Juan Claudio ; yo me encargo de eso. Levantáronse los dos interlocutores y se dirigieron a la puerta. Hacía media hora que había cesado el ruido en la cocina: la gente de la granja se había ido a acostar.
Cornelio y el piloto, con los fusiles preparados, se dirigieron hacia aquel sitio, procurando no hacer ruido. A treinta pasos de aquella hoguera se detuvieron de común acuerdo, y muy disgustados, pues habían sufrido un desengaño. Sentados alrededor de ella, doce papúes discutían animadamente.
Venga, Juan le dijo tomándolo por la mano; voy a conducirlo a su habitación. He elegido la que tiene más linda vista; por la mañana, cuando abra los ojos, verá el mar; eso lo distraerá de los horizontes de la fábrica. Se dirigieron a la escalera. Juan, contemplando a su conductora, la seguía lleno de felicidad.
El Endeavour sin embargo salió de aquel clima tempestuoso, sin mas pérdida, no viendo tierra desde el 23 de Mayo hasta el 29 de Agosto, que descubrió á Fyal, una de las islas de Azores, á donde se dirigieron para proveerse de agua, porque no tenian mas que dos cuartillos cada uno al dia, y esto por algun tiempo.
Una emoción violenta corrió por la sala. Hubo un rumor prolongado. Todas las miradas, fijas hasta entonces en la querellante, se dirigieron hacia el acusado. El P. Gil había escuchado aquella infame declaración, primero con sorpresa, después con una triste compasión, que los circunstantes, impresionados por las palabras de la joven, no supieron leer en sus ojos.
Terminado el almuerzo, se entregaron los invitados a tocar la guitarra y payar algunos, otros a jugar a las bochas, la taba o el truco, mientras los invitados a la mesa de Melchor se dirigieron con éste a la sala para oír a Ricardo en el piano.
Las miradas de todos, después de escrutar las alturas de la cazuela, se dirigieron a la presidencia. Don Rosendo turbado aún, y con voz algo enronquecida, dijo: Señores: Si con esas palabras se quiere manifestar que yo, al convocar esta reunión, he abrigado algún pensamiento bastardo, mi delicadeza no me permite continuar en este sitio, y me retiro... ¡No, no! ¡Que siga! ¡Viva el presidente!
Estos tres jóvenes vagaron juntos por las calles, acercándose á los grupos, preguntando á todos, contando noticias fraguadas por la fecunda imaginación del poeta, hasta que, llegada la noche, se dirigieron al parador del Agujero, sito en la calle de Fúcar, á esperar á unos amigos de Javier, que llegaban aquella misma noche de Zaragoza.
¡Vamos, muchachos! dijo Van-Stael a sus sobrinos. Embarcaron todos en la otra chalupa, los chinos empuñaron los remos y se dirigieron a tierra. En pocos minutos llegaron a la playa, sorteando las peligrosas escolleras que rodean la costa, contra las cuales se rompe el oleaje con roncos mugidos, produciendo gran resaca. ¡Alto! dijo Van-Stael antes de que la chalupa tocase en la orilla.
Vuelto a España, empezó la serie de sus descubrimientos, apoyado pecuniariamente por los mercaderes de Sevilla, que hacían crédito a su valor. Uno de los Pinzones, Juan de la Cosa, el más experto de los pilotos, Américo Vespucio y otros navegantes de fama, dirigieron sus buques. Los marinos gustaban de ir con este capitán, el más valeroso y audaz de la primera época de la conquista.
Palabra del Dia
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