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Actualizado: 7 de junio de 2025


Tardé en conciliar el sueño, como sucede siempre que uno anda caviloso, y por dos o tres veces, cuando ya creía ganarlo, me despertó un gran estremecimiento parecido a la emoción que se experimenta al tocar el botón de una máquina eléctrica. Al fin me dormí.

Una carcajada del príncipe despertó con sobresalto al coronel, que, como buen madrugador, se había adormecido en su asiento. Luego, al notar que Su Alteza no se fijaba en él, se deslizó fuera del hall, como si le atrajese algo más importante que aquella conversación de los dos amigos, que parecían ignorar su presencia.

Guiado, señor, de las tres virtudes teologales del hambre, que son: ingenio, audacia y presteza respondió el pícaro, remedando la gravedad de los doctores. En ese momento, una débil aldabada en la puerta de la calle despertó los ecos del caserón. Son los genoveses exclamó Ramiro. Corre a abrilles, Pablillos. No puede ser otra gente la que llama a esta hora con tanta prudencia.

La sala tenía en medio un altar, iluminado con unas lámparas tristes de aceite. Martín se acostó; desde su cama veía las luces oscilantes, pero estas cosas no influían en su imaginación, y quedó dormido. Era más de media noche, cuando se despertó algo sobresaltado. En la alcoba próxima se oían quejas, alternando con voces de ¡Ay, Dios mío! ¡Ay, Jesús mío! ¡Qué demonio será esto! pensó Martín.

Despertó al fin de aquello que parecía letargo, y volviendo a mirarse, animose con la reflexión de su buen palmito en el espejo. «Digan lo que quieran, lo mejor que tengo es el entrecejo... Hasta cuando me enfado es bonito... ¿A ver cómo me pongo cuando me enfado? Así, así... ¡Ah, llaman!». El campanillazo de la puerta la obligó a dejar el tocador.

No, porque si sueltas las rentas de la capellanía te mueres de hambre. Para seducirla y reirte de ella después como has hecho con otras, ¿verdad?... Yo velaré, ¡yo velaré, tunante!... Y en estas disposiciones protectoras, el capitán, en vez de velar, se durmió como un santo. Eran ya bien las ocho de la mañana cuando se despertó.

Entonces se despertó en Paz algo de coquetería, no le parecieron mal aquellas miradas, y agradecida al culto que empezaba a recibir, permaneció en el sitio donde estaba. En días sucesivos entró varias veces al cuarto de los libros sin necesidad, sólo por saborear aquel placer desconocido de aceptar un tributo que halagaba su vanidad de niña bonita.

El profundo silencio que seguía á estos desfiles ruidosos despertó en su ánimo una sensación de duda é inquietud. ¿Qué hacía allí cuando la muchedumbre en armas se retiraba? ¿No era una locura quedarse?... Pero inmediatamente galopaban por su memoria todas las riquezas conservadas en el castillo. ¡Si él pudiese llevárselas!... Era imposible, por falta de medios y de tiempo.

Nótese que la España no tenía otra ciudad comerciante en el Atlántico. La guerra con los ingleses aceleró el movimiento de los ánimos hacia la emancipación y despertó el sentimiento de la propia importancia. Buenos Aires es un niño que vence a un gigante, se infatúa, se cree un héroe y se aventura a cosas mayores.

La sociedad va uniformando la vida, las ideas, las aspiraciones de todos. Yo, en cierta época de mi existencia, he pasado por algunos momentos difíciles, y el recordarlos, sin duda, despertó en la gana de escribir. El ver mis recuerdos fijados en el papel me daba la impresión de hallarse escritos por otro, y este desdoblamiento de mi persona en narrador y lector me indujo a continuar.

Palabra del Dia

rigoleto

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