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Actualizado: 14 de julio de 2025


Al salir de allí, pensaba en la conveniencia de procurarse pronto una casa de huéspedes decente y no muy cara, apropiada a la pensión que disfrutaba, pues de ningún modo se excedería en sus gastos. A los dormitorios de Bernarda no volvería más, como no fuera a pagarle las siete noches debidas, y a decirle cuatro verdades.

La expresión de temor se fue acentuando en el semblante del clérigo, contraído por una sonrisa forzada. Señor Sanjurjo, usted me perdonará si la vez pasada no le he recibido como correspondía. Si hubiese tenido el honor de saber que estaba delante de una persona tan respetable y decente, nunca me hubiera atrevido...

A ver... ¿Es que no quieres ser persona decente?... ¿Pero qué haces, gandul? ¿Te enjugas las manos en mi vestido? Quita allá, asqueroso. ¿No ves la toalla? Lo que digo; no quieres entrar por el camino de las personas decentes. Eres un salvaje... Ya se ve; no has tratado sino con cafres».

Isidora coloca las sillas con cierto orden, arregla las camas, quita el polvo. JOAQUÍN. Como quieras. El comer bien o el comer mal me es indiferente; pero, pues lo quieres, comamos bien, que nada se pierde en ello. No tengo un vestido decente que ponerme... ¿Pues y ? ¡Y a esto llaman vivir!... JOAQUÍN. La vida sin dinero es una enfermedad del cerebro, una fiebre galopante, una meningitis.

Quita, mujer, y no me digas nada... Pues si desde que salí de las Micaelas no he vuelto a catarlo... Soy ahora, como quien dice, otra. No quiero vivir con mi hermana, porque Juan Antonio y yo no casamos bien; pero a persona decente no me gana nadie ahora. Créetelo porque yo te lo digo. No lo vuelvo a catar. Y si no, lo has de ver... Y pasando a otra cosa, ya que te casas mañana.

Permíteme que te lo diga, Velázquez... No eres un hombre regular ni decente... Con mi hija te has portado peor que un gitano... Yo soy así, ¿me entiendes?... Digo las cosas á la cara... Al pan pan y al vino vino... y al que es un falso traidor le digo que es un sinvergüenza... ¡Ea, ya está! ¿Qué hay?... Colocado en este terreno dramático, el viejo tendero concluyó por desafiarle.

Por un impulso maquinal... o no maquinal, se le llevó después a la boca; pero por otro impulso de mejor casta, le apartó de ella. No se trata de eso se dijo, conservando el clavel en la mano con gran cuidado para que no se deshojara , sino de cosa muy distinta... y más decente.

Nosotros somos la clase patricia de este pueblo, nosotros representamos el buen sentido, la experiencia, la fortuna, la gente decente en una palabra. Fuera de nosotros, es la canalla, la plebe, quien impera. Seamos nosotros la cabeza; que el pueblo sea nuestro brazo. Podemos formar la lista con toda libertad y en seguida lanzarla.

Deseaba hablar bien y ser persona fina y decente; pero ¡cuánto más aprovechadas las lecciones si el maestro fuera otro, sin aquella destiladera de nariz, sin aquella cara deslucida y muerta, sin aquel cuerpo que no parecía de carne, sino de cordilla!

En aquellos tiempos, el repertorio de sus ideas se había enriquecido con una, muy firme, que no cesaba de manifestar en todas las ocasiones. «Nada, nada decía ; este D. Amadeo es una persona decente». Cuando el reloj dio las doce, retirose D. José, dejando La Correspondencia sobre la mesa, para que la leyera Melchor, que entraba siempre alrededor de las dos.

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