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Actualizado: 14 de julio de 2025


¿Y continúa bajo la protección del amigo Guzmán? Protección... algo lejana, , porque hay motivos para ello. En esa mujer hay, indudablemente, un fondo honrado y decente; pero al cabo es hembra, hija de su madre y curada por ésta, aunque a la fuerza, de ciertos escrúpulos.

Pues mil, dos mil, cien mil reales, vamos. Tampoco. Yo pensé que debía poner a aquella infeliz en camino de adquirir una posición decente y estable. Buscarle un marido, no podía ser; estaba casada. Procurarle una manera de vivir con independencia y honradez... ¡ah!, esto es muy difícil. No tiene educación; no sabe trabajar en nada que produzca dinero.

Yo digo: ¿qué tiene que ver el reúma con la visual? Me mandan que pasee. ¿Pero a dónde voy yo con esta facha, sin ropa decente, temiendo tropezarme a cada paso con personas que me conocieron en otra posición, o con esos tipos ordinarios y soeces a quien se debe alguna cantidad?».

Su país no figuraba, por fortuna, entre las naciones indecentes, pero tampoco era decente, y dejaba escapar la ocasión de cierta gloria que hacía estremecerse al coronel. Desde tres meses antes, una idea fija perturbaba sus mejores momentos. Los aliados habían entrado en Jerusalén. ¡Gran alegría para el viejo soldado católico!

Hay cuatro mesas en sendas esquinas y otros dos pares en medio. De las ocho, la mitad están ocupadas. Alrededor, sentados o en pie varios mirones, los más esclavos de su vicio. Se habla poco. Las más veces para pedir un cigarro de papel. Se dan pocos consejos. No se necesitan o no sirven. Basilio Méndez, empleado del Ayuntamiento, es el mejor espada de los presentes. Es pálido y flaco. No se sabe si viste de artesano o de persona decente, como dicen en Vetusta. El sueldo no le bastaba para sus necesidades; tiene mujer y cinco hijos; se ayuda con el tresillo; se le respeta. Juega como quien trabaja sin gusto; de mal humor; es brusco; apenas contesta si le hablan.

Pues como no era decente que yo me mezclase en cierta clase de asuntos, porque vengo de buen linaje... me valí de ese Gabriel Cornejo... ¿Y por causa de esas relaciones dijo con impaciencia doña Clara habéis llegado á saber...?

¿Y usted la ha festejado? le preguntó Ricardo. ¡Atiéndamelo, don Melchor!... ¡Señor! ¡Si tengo hijos mozos! contestó riendo Baldomero, y agregó: No, señor... Si la «Pampita» es como hija mía... sólo que alguna vez he sentido ganas de hacer gancho... ¿sabe?... ¡porque ha tenido buenos partidos!... mozos bien... de posición... y el viejo se puede morir... Bueno que ella tiene la hermana; continuaba Baldomero atendido por Lorenzo y Ricardo, vivamente interesados en aquella relación, ¡y está bien casada!... con un hombre... decente... y trabajador... siempre tendrá ese refugio, ¿no le parece, don Melchor?

Como veo que es usted una persona decente, no le quiero engañar. ¿Sabe usted lo que le digo? Y mire usted, que aquí donde me ve usted tan joven, he servío en muchas casas. Habla mujer. Pues que de yevar el gato al agua tié que ser en otro barrio; pero mu lejos. Con el caráter y las cercunstancias de mi señorita, tié usted que ir a robar lejos, como los gitanos. Puede que tengas razón.

Las salas son bien feas: el adorno ninguno: ni una alfombra, ni un mueble elegante, ni un criado decente, ni un servicio de lujo, ni un espejo, ni una chimenea, ni una estufa en invierno, ni agua de nieve en verano, ni... ni burdeos, ni champaña... Porque no es burdeos el valdepeñas, por más raíz de lirio que se le eche. Iremos a los Dos Amigos.

Es gran bellaquería suponer esa ley obscura y vaga, y forjarse casos terribles, conflictos espantosos entre los sentimientos naturales y el sencillo cumplimiento de un deber. Esto equivaldría á suponer la necesidad de ser un pozo de ciencia y de sentirse capaz de sobrehumanos esfuerzos para ser persona decente. Ya comprendes que esto sería disculpar y dar casi la razón á los tunos.

Palabra del Dia

malignas

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