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Actualizado: 14 de julio de 2025
En amistades íntimas del tiempo de las mocedades de los dos, ¡como si Guzmán no hubiera sido antes amigo de otras mujeres!, y en cierta semejanza de fisonomía, que yo no veo, entre Luz y él, y que, aunque exista, nada resuelve... Luz se parece a Guzmán por una casualidad, como pudo parecerse al Nuncio. ¿Y también en este caso íbamos a suponer...? ¡Pues decente estaría!
En suma: que, o me engañaba mucho mi bien acreditada experiencia en esos lances, o podía tirar del hilo a mi antojo cuando me diera la gana. Estaba, pues, en las mejores condiciones imaginables para hacer un alto en mi empresa y examinar el terreno tranquilamente y a mi gusto. Sobre si este modo de pensar era más o menos honrado y decente, no me puse a discurrir, la verdad sea dicha.
De tener un marido, un nombre, una casa decente, a andar con la alquila levantada, como los simones, a éste tomo, a éste dejo, va mucha diferencia para que no te pares a pensar bien lo que haces... Vamos a ver. Es preciso preverlo todo.
Mas, porque no es bien que los caballeros hagan sus fechos de armas ascuras, como los salteadores y rufianes, esperemos el día, para que el sol vea nuestras obras. Y ha de ser condición de nuestra batalla que el vencido ha de quedar a la voluntad del vencedor, para que haga dél todo lo que quisiere, con tal que sea decente a caballero lo que se le ordenare.
Respondía con la misma sonrisa protectora a cuanto se le manifestaba, y repetía sin cesar frases de agradecimiento y amistad. Convencido al fin de que era inútil insistir, el insigne cuanto atribulado don Rosendo, fué con el mismo Duque y su secretario a ver las habitaciones de la fonda de la Estrella, la única decente que había en la villa. Alquilaron todo el piso principal.
O su socio; el señor Robert es una persona decente y no querrá dejar empañada la reputación de su casa; precisamente, acabo de verle aquí, y he de hablarle. El muchacho enrojeció de nuevo hasta las orejas, hasta el blanco de los ojos. Ya sabe usted que mi socio no tiene nada que ver con mis negocios de Bolsa; yo juego porque sí, porque me da la gana, solo, por mi cuenta y riesgo.
Maximiliano le era poco simpático; pero en sus palabras y en sus acciones había visto desde el primer momento la persona decente, novedad grande para ella. Vivir con una persona decente despertaba un poco su curiosidad. Dos días estuvo ocupada en instalarse.
¡Oh!, sí, ¡qué dirán los marqueses de Relimpio! No son marqueses, pero son personas honradas. ¿Quieres ir esta noche al Teatro Real?». ¡El teatro Real! Otro golpe mágico en el corazón y en la mente de la sobrina del Canónigo. «Pero a eso que llamas paraíso, ¿van personas?... ¿Personas decentes?... Lo más decente de Madrid, la flor y nata».
Su encono contra la gente decente, contra la ciudad, es cada día más visible; el gobernador de La Rioja puesto por él renuncia al fin a fuerza de ser vejado diariamente.
Se van a roer esos bandidos viendo que con las mujeres y unos cuantos trabajadores honrados, acabamos el trabajo sin necesitar de ellos. A la noche, baile y juerga decente, señor Fermín. Para que se enteren y rabien esos forajidos. Y así llevaba adelante la vendimia, entre músicas, algazara y vino del mejor, repartido generosamente.
Palabra del Dia
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