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Actualizado: 14 de julio de 2025


Don Paco se atrevió a decir entonces, en mala hora y con poco acierto: ¿Pues qué necesidad hay de que nuestro noviazgo se sepa? Y usted, ¿por quién me toma para insinuar ese sigilo, dado que sea posible? Sólo se oculta lo poco decente, y, por tanto, yo no he de ocultar nada aunque pueda.

Reía, sin detenerse en su carrera, y la luz de los relámpagos le sorprendió varias veces avanzando el brazo derecho con un dedo en alto, mientras chocaba la mano izquierda en la parte inferior del codo, realizando un ademán de protesta tan popular como poco decente.

¿Y todo para qué? exclamaba con gesto de pitonisa descreída ¡No puedes con la comida de casa, y querías ir de fonda! Lo que más hirió la delicadeza de su amor fue que un día, aludiendo a Mariquita, dijese: ¡Si fuera una persona decente! ¡Pero una sacadineros y desbaratacamas!

Sisabas de lo lindo, y mientras no tenías un traje decente, a él no le faltaban buenos puros... A , que veía tus padecimientos y tu ceguera, pues atormentada y sin un día de tranquilidad, en vez de huir del suplicio, ibas a él; a , que vi todo esto, nadie tiene que contármelo, Nina.

Consumen la mejor parte del presupuesto, y sin embargo viven ustedes en una miseria decente y disimulada, pedo miseria al fin. Un teniente gana menos que ciertos obreros, y tiene que costearse uniformes vistosos, ir limpio, y frecuentar, cuando necesita esparcimiento, los mismos lugares que los ricos.

Con esto y con las ropas que le daba su amo y que él arreglaba á su talla, su aspecto fué haciéndose más decente, más no pasó de allí.

Al entrar en Buenos Aires, siendo Provincial, le rogó su secretario el P. Juan de Alzola, que, á lo menos en aquella ciudad, se dejase ver con sotana un poco decente, pues la que llevaba estaba de muy desteñida, casi blanca, porque si no le obligaría á él á que se vistiese otra semejante.

Viage de los dos habitantes de Sirio y Saturno Ya estaban para embarcarse nuestros dos caminantes en la atmósfera de Saturno con muy decente provision de instrumentos de matemáticas, quando la dama del Saturnino, que lo supo, le vino á dar amargas quejas.

La condesa propuso sencillamente abrir su bolsillo al viejo duque en la seguridad de que no dejaría de recurrir a él; pero el conde encontró más decente comprar inmediatamente la canastilla y deslizar en ella mil luises. Esta limosna oculta entre flores serviría para pagar las deudas más apremiantes y para que la familia pudiese comer durante quince días. Y así se hizo.

Tendrá que estar siempre metido entre gente ordinaria, trabajadores y jornaleros: luego le afinarás ... aunque mala tarea es. Pero, ¿imaginas que Millán es mozo de cuerda o sereno? repuso ella, riéndose forzadamente. Te equivocas: es un muchacho decente, igual a Pepe, que tiene que vivir así, trabajando, como Pepe.

Palabra del Dia

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