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Actualizado: 6 de julio de 2025
Yo no puedo vivir lejos de ti; y si desde mucho antes no caí en el lazo, lo debo a tu buena amistad. ¿Nos separaremos ahora? Entonces voy a ser muy desgraciada, querida mía. Vuelve a casa, por Dios, y yo te juro que lucharé con todas las fuerzas de mi alma para olvidar a lord Gray, como tú deseas.
Tendría un placer inmenso en poder serte útil, en que me debieses algún favor de importancia, ya que te debo yo tantos momentos de dicha... El joven escuchó todas estas infamias inmóvil, atónito. Una densa palidez iba cubriendo sus facciones. ¿Pero hablas de veras? concluyó por preguntar con voz temblorosa.
Entre los contemporáneos debo citar al célebre poeta Zorrilla, que ha tenido tanta popularidad entre los amigos del romanticismo de formas y lenguaje. Es bien sabido que en esa ciudad sucumbió en la miseria y perseguido, en 1506, el inmortal Colon, á quien debió España sus mejores glorias.
No sé á qué debo yo, persona de tan humilde origen, el que usías me traten con tanta benevolencia y me colmen de favores. ¿Qué he hecho? ¿Quién soy? ¡Ah!
¡Soy feliz, Bonifacio, muy feliz... y todo te lo debo a ti! Así decía la tiple, cogiendo por las muñecas a su amante, atrayéndole a su seno y besándole con un entusiasmo de agradecimiento, que Reyes estimaba en lo que valía.
Pero si yo no he tenido nunca más que confianza y simpatías hacia el señor de Sorege, debo reconocer que no todo el mundo pensaba como yo en mi casa. ¿Quién le era desfavorable? Mi hija, primeramente, á quien siempre desagradó Sorege, y después nuestro criado Giraud, que nunca le pudo tragar. ¡Ah! ¿María encontraba sospechoso al amigo de su hermano?
¡Oh! en cuanto a olvidaros... perder el recuerdo de vuestra gracia, de vuestra bondad... ¡nunca, señorita, jamás! Su voz temblaba. Tuvo miedo de su emoción, y se levantó. Os repito, señorita, que debo ir a saludar a vuestra hermana... me ha visto... y debe estar asombrada... Atravesó el salón, mientras Bettina lo seguía con la vista.
Mas aquí debo recordar que los abanicos generalmente son de papel, y este papel por uno de los lados suele estar pintarrajeado con asuntos campestres, y por el otro queda en blanco.
Con tu vida trabajosa y santa, no sólo borrarás hasta las últimas señales de esta caída sino que después de perdonarme el mal que te he hecho, conseguirás del cielo mi perdón. No hay lazo alguno que conmigo te ligue; y si lo hay, yo le desato o le rompo. Eres libre. Básteme el haber hecho caer por sorpresa al lucero de la mañana; no quiero, ni debo, ni puedo retenerle cautivo.
»Yo apenas me sentía con fuerzas para hablar; mis ojos se cerraban; el frío de la muerte helaba la sangre de mis venas. »Pues bien repliqué trabajosamente; recupera esos bienes por los que lo he sacrificado todo. Cuatro horas más, y renuncio al oro, a las riquezas que tanto ambicioné. »Conforme dijo entonces Yago. Has sido un buen amo para mí, y debo hacer algo en tu obsequio.
Palabra del Dia
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