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Actualizado: 6 de julio de 2025
Aun en este caso quedariamos separadísimos de los Portugueses, y en nada les perjudicariamos: pero no creo que convengan en ello. Sin embargo, espero que V. S. me imponga de lo que debo hacer en este caso, como del partido que debo tomar en vista de lo que queda referido.
Pero, señorita dijo el pintor , ¿no es a mí a quien toca hablar sobre este asunto, con la que usted llama su bienhechora? Seguramente, eso será conveniente y aun necesario, pero me parece que debo prevenirla de antemano. Tengo mis razones.
¿No os he dicho mi amor... no es verdad? sois tan virtuosa, señora, tan insensible... Soy lo que debo de ser, pero no se trata de eso: ¿quién sois vos? Un hombre que os ama. ¿Os conozco yo? No. ¿Ni acudís á lugares donde yo pueda hablaros? No. ¿Sois sin embargo, rico?... Y noble: pero el ser rico y noble no supone que haya uno de entrar en los salones del rey.
SIDARTA. Bien sabes, hermosa nieta de Iksvacú, que por mi voluntad no se ha derramado jamás una sola lágrima. ¿Cómo había yo de darte voluntariamente el pesar más pequeño? Jamás me apartaría yo de tu lado, si esto me fuera lícito; pero no debo ocultártelo por más tiempo: un deber imperioso me impulsa a ir lejos de ti. GOPA. ¿No te alucina, no te extravía ese deber?
Dios ha derribado mi soberbia con este golpe; mi engreimiento era insolentísimo, y han sido indispensables los desdenes de ese hombre para que sea yo todo lo humilde que debo. ¿Puedo estar más postrada ni más resignada?
Ahora no puedo detenerme, estoy de semana, y a las tres debo hallarme en el cuartel. ¿Para la revista? preguntó Pablo. Sí, para la revista. ¡Hasta la vista, Pablo!... ¡Hasta mañana, padrino! El teniente de artillería continuó su galope, Pablo soltó las riendas a su yegua. ¡Qué buen muchacho es este Juan! dijo Pablo. ¡Oh! sí. ¡No hay en el mundo nada mejor que Juan! No, nada mejor.
Felipe, acérquese usted dijo el conde. Querido amigo continuó Amaury dirigiéndose a Felipe, después de haber disparado contra mí o con esta intención al menos, debo decirle que siento infinito la ofensa que haya podido inferirle y que ha motivado el lance.
Por fin Carlos rompió el silencio diciendo: No podía desairar a D. Felicísimo... por eso te he recibido, exponiéndome a las consecuencias de este mal rato. Ya sabes que estoy enfermo y el médico dice que no debo incomodarme. Eso depende de ti. Yo vengo con bandera de paz y decidido a no incomodarme. Has hecho bien en recibirme.
¡Qué feliz sería yo dijo si no me cercasen y me rodeasen y me amargasen la vida, tantos negocios y tantos enredos! ¡y si no, cuán felices y cuán contentas están mi mujer y mi hija!... es necesario dar un corte á esto; soy rico, á Dios gracias, y debo retirarme y descansar. Abre, Inesita, hija mía dijo llegando á una puerta.
Prevaliéndose, pues, mi hija del cariño y de la confianza que debo inspirarle, hubiera podido contestar que no quería casarse con D. Casimiro. Nadie la ha violentado para que diga que quiere. Querrá cuando lo dice. Es cierto; querrá, cuando lo dice.
Palabra del Dia
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