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Actualizado: 11 de junio de 2025


Díjole Anselmo que bien podía estar segura de aquella sospecha, porque él sabía que Lotario andaba enamorado de una doncella principal de la ciudad, a quien él celebraba debajo del nombre de Clori, y que, aunque no lo estuviera, no había que temer de la verdad de Lotario y de la mucha amistad de entrambos.

Dos hilos de lágrimas que iban a perderse en sus blancas patillas brotaban de los ojos de Diógenes; con una leve señal llamó a la marquesa, y díjole al oído con sencilla expresión de gozo inefable: Dice el padre Mateu... que Dios me ha perdonado...

Confesábase un gitano, ladrón empedernido y díjole el cura: ¿Qué harías, infeliz, si el Juez Supremo te llamara ahora al juicio? ¿Pues qué había de jacer?... ¡No dir!...

Consolóle el cura, y díjole que, en hallando a su señor, él le haría revalidar la manda y que tornase a hacer la libranza en papel, como era uso y costumbre, porque las que se hacían en libros de memoria jamás se acetaban ni cumplían.

¿Pero has notado qué tema el de esa chica? díjole aquélla en cuanto pisaron los dos el suelo de la calle . ¿Por qué le tiene? Porque es una tarasca respondió Bermúdez , que se alampa por novio y quiere que le cuelguen ése. Y lo que supone de él... y de , ¿de dónde sale y por qué lo dice ella?

¡Pido la palabra! dijo, saliendo á primera fila, un hombre muy entrado en años, cano de greña, enjuto y ahumado de carnes y ronquillo de voz. Hable Garabiel Pernías díjole el alcalde.

Al dársele, díjole el sacerdote con sentenciosa convicción: Le abrirás «a bulto» y leerás todos los días los renglones que la Providencia te ponga delante de los ojos...: esa es la fija...; así Dios te adivinará las necesidades diarias de tu vida y te dará paz y consuelo.

El mismo día que ocurrió esta conversación, la banda de invitados fue a visitar cierta estación termal próxima a los Genets. ¿Cómo vamos? díjole la vizcondesa, haciéndole con su sombrilla señas de que se acercase . Tengo que hablar a usted. Escuchar es obedecer respondió Pedro alegremente.

¡Toma un cuello, chicooó! díjole el vecino presentándole un cuello de gallina. «Hay un plato, señores, tesoro de un pueblo que es hoy fábula y ludibrio de la tierra, en donde han ido á meter su hambrienta cucharada los más grandes tragones de las regiones occidentales del globo...» señalando con sus palitos á Sandoval en lucha con una recalcitrante ala de gallina.

Y estando en esto, llegó á Inca Yupanqui un capitan suyo de los que él con la gente de guarda traia, y díjole que habian visto salir cierta gente de guerra de allí del peñol, los cuales habian salido uno á uno y de dos en dos, y que era mucha cantidad de gente la que habia salido, y que algunos de ellos llevaban lanzas y alabardas, é que iban por el camino do ellos habian venido; que sospechaba que aquestos fuesen á tomar algun paso para desque volviesen, ó que fuesen á tomar y robar lo que ellos en la cibdad del Cuzco tenian, y á tomársela.

Palabra del Dia

rigoleto

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