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Actualizado: 30 de junio de 2025


Pues bien, prima; las habaneras son unos preciosos lazzaronis femeninos, cubiertas de olán y de encajes cuyos zapatos de raso son adornos inútiles de los pequeñísimos miembros a que están destinados, puesto que jamás he visto a una habanera en pie. Cantan hablando como los ruiseñores, viven de azúcar como las abejas y fuman como las chimeneas de vapor.

Aquellos museos no solo evocan la historia de esas dominaciones, sino tambien la de la conquista de «América», de las guerras en Italia y los Paises-Bajos, y de la Inquisicion, cuyos símbolos sombríos se ven en los instrumentos de tortura.

No me preocupa de saber si las mujeres son bien formadas dijo el señor Macey con cierto desprecio . No llevan casaca ni pantalón, de modo que no es posible juzgar sus formas. Papá dijo Aarón, cuyos pies estaban ocupados en tamborilear el compás de la música , ¿cómo se sostiene esa pluma tan larga en la cabeza de la señora Crackenthorp? ¿Tendrá un agujerito para meterla como en mi volante?

Tal era la situacion de Venezuela al perderse en la inmensidad de los tiempos el siglo último, siglo que, al engendrar un Napoleon y un Washington, hizo participe de una chispa de su génio revolucionario al hombre que mas tarde habia de merecer el glorioso nombre de Libertador de su pais, y cuyos altos hechos vendrian á inmortalizar el cincel, el bronce y la pluma.

Este fué el último resultado que alcanzó á ver Bolívar, el hombre cuyos esfuerzos bastaron á conquistar la independencia de su pais, y los cuales fueron impotentes para conservar la integridad de Colombia.

No haces mal el papel de bufón; sin embargo, no carece de encanto el casarse con una amiga de la infancia, cuyo carácter se conoce, cuyos gustos... ¡Inocente! ¿Crees que jamás pueda conocerse a una joven? ¡Casi no me atrevo a alabarme de conocer a mi hermana! María Teresa tiene un carácter franco, leal... no comprendo cómo puedes compararla...

Viejas paredes en ruinas, cubiertas de celedonia medio marchita, salían a derecha e izquierda de una confusión de escaramujos y de espinos: eran los restos del antiguo castillo, sobre cuyos escombros se había instalado la granja. De todo aquello se exhalaba como un soplo de muerte y de putrefacción.

¡Ah! dijo. Allí está Rubín con los caballos. También los había visto el pajecillo, cuyos rubios y largos cabellos rizados rodeaban el gracioso rostro. Cabalgaba alegremente, llevando de la brida el blanco palafrén causa involuntaria de las aventuras de su dueña. ¡Os he buscado en vano por todas partes, mi señora Doña Constanza! gritó agitando en el aire la emplumada gorra.

Circunstancias favorables me han hecho tener en la corte y en el ministerio algunos amigos a quienes he hablado en favor de usted, y he conseguido que se le conceda un empleo de cierta categoría en el ejército inglés, cuyos valientes soldados pertenecen a todos los países, como ha dicho el Rey al firmar el despacho; soy dichoso por ser el portador de tan feliz nueva, y suplico a usted olvide lo pasado y disponga de incondicionalmente.

Tan pronto recordando los deliciosos detalles de sus primeros meses de matrimonio, las palabras dulces, las pruebas ostensibles de amor que su mujer le diera, su mujer, cuyos defectos eran los de todas las niñas demasiado mimadas, se ponía a imaginar que estaba bajo el poder de una maldita alucinación, una de las mil infamias que los enemigos de su suegro habían inventado para hacerles daño, y estaba a punto de volverse a Sarrió y meterse nuevamente en la cama; como apreciando y pensando los motivos que tenía para sospechar de ella, aquella grave escena que determinó la salida del Duque de la casa de sus suegros, su frivolidad y coquetería, la denuncia aunque embozada persistente del periódico enemigo, se le encendía la sangre de golpe y apretaba vivamente el paso. ¡Oh, desgraciados de ellos si era verdad! ¡Más les valía no haber nacido!

Palabra del Dia

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