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Actualizado: 21 de mayo de 2025
Comenzó la mudanza; el sofá no cupo por la escalera; fue preciso izarle por el balcón, y en el camino rompió los cristales del cuarto principal, los tiestos del segundo, y al llegar al tercero, una de sus propias patas, que era precisamente la que le había estorbado; si se hubiese roto al principio, pleito por menos; fue preciso pagar los daños; el bufete entró como taco en escopeta, haciendo más allá la pared a fuerza de rascarle el yeso con las esquinas; la cama del matrimonio tuvo que quedarse en la sala, porque fue imposible meterla en la alcoba; el hermano de mi amigo, que es tan alto como toda la casa, se levantó un chichón, en vez de levantar la cabeza, con el techo que estaba hombre en medio con el piso.
Todos se sosegaron, que ya estaban algo sobresaltados, y Monipodio salió a la puerta, donde halló al alguacil, con el cual estuvo hablando un rato, y luego volvió a entrar Monipodio, y preguntó: ¿A quién le cupo hoy la plaza de San Salvador? A mí dijo el de la guía.
»¡Esto si que no estaba previsto en mi programa! Que Guzmán no me abriera las puertas de su casa al saber lo que me ocurría, previsto como posible lo tenía yo; pero que él mismo me empujara hacia la casa del banquero, eso ya no cupo en mis presunciones.
Y desta manera deshizo el agravio el valeroso don Quijote; el cual, contentísimo de lo sucedido, pareciéndole que había dado felicísimo y alto principio a sus caballerías, con gran satisfación de sí mismo iba caminando hacia su aldea, diciendo a media voz: -Bien te puedes llamar dichosa sobre cuantas hoy viven en la tierra, ¡oh sobre las bellas bella Dulcinea del Toboso!, pues te cupo en suerte tener sujeto y rendido a toda tu voluntad e talante a un tan valiente y tan nombrado caballero como lo es y será don Quijote de la Mancha, el cual, como todo el mundo sabe, ayer rescibió la orden de caballería, y hoy ha desfecho el mayor tuerto y agravio que formó la sinrazón y cometió la crueldad: hoy quitó el látigo de la mano a aquel despiadado enemigo que tan sin ocasión vapulaba a aquel delicado infante.
Al oir tal sandez, nuestros dos caminantes hubiéron de caerse uno sobre otro, pereciéndose de aquella inextinguible risa que, segun Hornero, cupo en suerte á los Dioses; iba y venia su barriga y sus espaldas, y en estas idas y venidas se cayó el navio de la uña del Sirio en el bolsillo de los calzones del Saturnino.
El deseo más ardiente de Margarita, se vió, sin embargo, cumplido. En el tercer año de su unión el Cielo le acordó una hija, que recibió el nombre de Elena. Pero su alegría fué de corta duración; la niña nació enferma, y al cabo de dos o tres semanas se puso tan flaca que no cupo duda de que viviría poco tiempo más. Podéis imaginaros la desesperación de la señora.
Volvióse al sol, y dejónos solos. Certifico a vuestra merced que había uno de ellos que se llamaba Surre, vizcaíno, tan olvidado ya de cómo y por dónde se comía, que una cortecilla que le cupo la llevó dos veces a los ojos, y entre tres no la acertaba a encaminar de las manos a la boca.
Pero La Edad de Oro se parece a la niñita del cuento, porque siempre quiere escribir para sus amigos los niños más de lo que cabe en el papel, que es como querer coger la luna. ¿No les ofreció la Historia de la Cuchara, el Tenedor y el Cuchillo para este número? Pues no cupo. Ni otras muchas cosas más que les tenía escritas. Así es la vida, que no cabe en ella todo el bien que pudiera uno hacer.
El P. Miguel, avisado de este suceso por dos cristianos que por gran ventura se pudieron escapar del estrago, se volvió con increíble dolor de su corazón por no poder hacer más; y divulgada por todos los pueblos la nueva de la muerte del santo hermano, le lloraron inconsolablemente los indios, los cuales, en recompensa de las buenas obras que de él habían recibido, le celebraron solemnes exequias en todos sus pueblos, cuanto cupo, y fué posible en su pobreza; y yo, para acabar este capítulo, daré aquí una breve noticia de su vida y virtudes, por serle muy debida esta memoria.
E luego embió sus cartas á todas las cibdades e villas para que le prestasen cierta suma de maravedís, según el repartimiento que á cada uno cupo. Allende de esto, escribió á perlados é caballeros é dueños é mercaderes é otras personas singulares que le prestasen lo que le podiesen prestar.
Palabra del Dia
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