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Actualizado: 13 de julio de 2025
»DOCTOR. No por cierto, sino dexarse llevar de la corriente. Mas siendo esta vuestra intenzion; para que hazerme gastar tiempo y palabras en lo de que no os puede resultar provecho, por no usarlo? Alla os lo aved, que de mi parte cumpli con rendirme á vuestra instancia, dando satisfacion á las apariencias de vuestro gusto.
Harto lo ha probado su ruina; pero además, bastará con que yo, enlazando los rotos recuerdos de mi niñez, te cuente mi modo de vivir en Madrid, para que entiendas que lo mejor, quizá lo único que pudo hacer mi padre, fue dejarme confiada a D. Acisclo. Hasta que cumplí cinco años, viví en casa de una señora, que parecía medianamente acomodada, y que se llamaba doña Francisca.
NARV. ¿Por qué tan humilde quieres Ofender tus altos nombres? ARR. Porque todos somos hombres Hablando con las mujeres. Mal mi palabra cumplí. Pues has visto lo que pasa, Ves aquí, señor, mi casa: Abrásame en ella a mí.
Al fin llegamos arriba, yo por milagro de Dios, siguiendo gateo a gateo los de don Sabas; pero muerto de cansancio y empapado en sudor. Reposa unos momentos me dijo el Cura allí ; pero con los ojos cerrados, ¡y cuidado con abrirlos hasta que yo lo mande! Más por necesidad que por obediencia, cumplí al pie de la letra el mandato de don Sabas.
Haz tú que tantas culpas te sean perdonadas, compensando con severa castidad la cadena de pecados que tú mismo hubiste de forjar y remachar, y que llevas asida al tobillo y a las muñecas.» Y con resolución que arrancaba del tuétano de mis huesos, exclamé: «Así lo haré.» Y lo cumplí. Creo en el espíritu y soy continente: todo el resto es secundario.
Desta Silvia enamorado Andube un tiempo en mi tierra, Y la fuerza desta guerra Me ha traido á este estado. Cumpli en esto mi deseo, Y pensando ir á Milan, Truxome el hado á este afan De esclavitud, do me veo. No pierdas la confianza En esta vida importuna, Pues sabes que de fortuna La condicion es mudanza.
Pues ¿y el fiscalillo ese, con su lengua de puñal?... Yo le estimo, es la verdad... y suele tener los grandes golpes... Vamos, que clava los apodos... Pero ¡carape! a lo mejor tiene unas cosas... como las de esta noche, por ejemplo... Aquello no venía al caso, ni siquiera era decente... Son personas respetables... y amigas de uno... y acaba uno de comer a su mesa... Póngase cualquiera en mi lugar; y si es persona decente, a ver si no haría lo que hice yo... Sentiré que le haya dolido lo que le dije; pero él se tuvo la culpa, y yo cumplí con mi deber... como hubiera cumplido si él continúa con la broma y le rompo yo algo en la cabeza... ¡Carape si se lo rompo!
Así lo hubiera pensado yo también prosiguió doña Luz , si esa mujer hubiera sido siempre la misma; pero fueron varias. Todas se recataban de la gente; estaban allí con cierto misterio, y nunca el aya las vio. A mí misma cuando fui grandecita, cuando cumplí nueve años, jamás volvió mi padre a enseñarme a ninguna de dichas mujeres, que, por la impresión que me dejaron, se me figuraba que habían de ser señoras y no gente vulgar. Mi padre era un galán caballero y agradaba mucho a las damas. Entonces nada infería yo de esto; pero más tarde he inferido la inverosimilitud de que fuese yo en realidad hija de una Antonia Gutiérrez, costurera. ¿No podría mi padre haber procurado esta madre postiza para legitimarme, sin comprometer a alguna dama? Aun en vida de mi padre, a pesar de mi corta edad, pensé alguna vez en esto; pero jamás me atreví, ni indirectamente, a preguntar nada a mi padre sobre el particular.
Hice una pirueta y le dije con aire sentencioso: Tío, quien quiere el fin pone los medios. Siempre cumplí la promesa que hice al cura, y le escribía con puntualidad dos veces por semana. Esta costumbre le pareció tan dulce y halagadora, que cuando interrumpí de golpe la regularidad de nuestra correspondencia, quedó sumergido en inquietudes y tristeza.
ISIDORA. Ya ves que cumplí mi palabra. El jueves, cuando me pintabas tu compromiso y me decías que tu honor y tu buen nombre estaban en peligro, te dije: «Yo, a quien tan grandes desaires has hecho, te he de salvar...». No hay nada que me cautive tanto, que tanto interese a mi alma, como un acto de estos atrevidos y difíciles, en que entren la generosidad y el peligro.
Palabra del Dia
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