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Actualizado: 16 de mayo de 2025
La cuitada se pelaba los dedos cosiendo y arreglándose sus vestidos; y la minuciosidad de él en la cuenta y razón era tan extremada, que se veía y se deseaba para poder filtrar un día tres reales, otro dos y medio; y a veces nada podía hacer.
Eran las horas meridianas aquellas en que preferentemente la atacaba el sueño comático, y la enfermera, que nada podía hacer sino dejarla reposar, y a quien abrumaba la espesa atmósfera del cuarto, impregnada de emanaciones de medicinas y de vahos de sudor, átomos de aquel ser humano que se deshacía, salía al balconcillo, bajaba las escaleras que conducían al jardín, y aprovechando la sombra del desmedrado plátano, se pasaba allí las horas muertas cosiendo o haciendo crochet.
Esta escena ocurría en el gabinete, hallándose las dos cosiendo sus trajes de verano. No vengas ahora con lagrimitas que han de parecer de hipocresía. Porque yo digo una cosa. Óyeme atentamente». Doña Lupe dejó la costura y se preparó a hablar, como los oradores de profesión. «Yo me pongo en el caso de una mujer que siente una pasión antigua, con raigones muy hondos y que no se pueden arrancar.
Las tres señoras estuvieron un momento solas, hablando de aquel proyecto de Guillermina, que seguía cose que te cose, ayudada por Jacinta. Hacía algún tiempo que a esta se le había despertado vivo entusiasmo por las empresas de la Pacheco, y a más de reservarle todo el dinero que podía, se picaba los dedos cosiendo para ella durante largas horas.
Lucía trazó con vehemencia el cuadro de la felicidad pastoril; pintó la vida sencilla, frugal, inocente, del campo, las inefables dulzuras de la familia; se representó a Miguel saliendo de casa y viniendo rendido de fatiga a la hora del crepúsculo para descansar en sus brazos; a ella cosiendo o bordando a su lado; otras veces, yendo a la pesca juntos, o a dar un paseo a caballo, o a coger moras silvestres por el campo...
La semana anterior estaba cosiendo y arreglando la cenefa del vestido que se había roto, cuando entró aquel hombre, y bruscamente le dijo: ¿Qué haces ahí...? Siempre pensando en componerte. ¿Para qué te ocupas en esas fruslerías?
¡Bah! respondió la labradora levantándose y saltando del carro ; usted me confunde, Hullin. Voy a calentarme. Catalina entregó las riendas de los caballos a Dubourg, y luego, volviéndose, dijo: La cosa no tiene importancia, Juan Claudio; ¡y qué agradable es ver la hoguera aquí y allá! Pero... ¿y Luisa? ¿Dónde está? Luisa ha pasado la noche cortando y cosiendo vendas con las dos hijas de Pelsly.
Una tarde, Julia se hallaba, como de costumbre, cosiendo al lado de la cama del enfermo; el cual dormía. Oyes, Julia dijo de pronto despertándose. ¿Quieres hacerme un favor? ¿Cuál? Léeme otra vez la carta de Maximina..... El día aquel no estaba yo para enterarme de nada..... Julia sonrió con semblante triunfal.
Lo malo era que desde que ingresara en la botica, seríale preciso ausentarse de su casa días enteros, y esto le ponía en ascuas. Ocurriósele entonces lo que se le ocurre a cualquier celoso, salir un día, diciendo que iba a la farmacia, y volver en seguida. Hízolo una vez, y no sorprendió nada: Fortunata estaba en la cocina. Repitió la treta, y lo mismo: estaba cosiendo.
Alrededor de la mesa vio Fortunata como unas seis o siete oficialas, cosiendo, y en un sofá, junto a la ventana apaisada que daba a la calle, estaban dos señoras, examinando a la luz encajes y telas. «Buenos días» dijo la Rubín, deteniéndose un instante y recorriendo con mirada fugaz todas las caras que delante tenía.
Palabra del Dia
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