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Actualizado: 16 de mayo de 2025
Estaba usted sola al balcón cosiendo, y recuerdo que la dije temblando de miedo: «Señorita, mi padre tiene hambre; déme usted una limosna, por Dios». Me miró usted con mucha sorpresa, y me dijo: «Aguarda un instante». Al poco tiempo bajó usted á la calle, se enteró de lo que pasaba, y me dió una peseta, diciéndome: «Anda, ve á comprar pan, y corre á llevárselo». No había necesidad de advertírmelo.
Todos los días veían lo mismo: las mujeres cosiendo y cantando bajo las parras; los hombres en los campos, encorvados, con la vista en el suelo, sin dar descanso á los activos brazos; Pimentó tendido á lo gran señor ante las varitas de liga, esperando á los pájaros, ó ayudando á Pepeta torpe y perezosamente; en la taberna de Copa unos cuantos viejos tomando el sol ó jugando al truco.
La doncella de la señorita Guichard le traía en una bandeja. Decididamente, Herminia estaba prisionera. No la encerraban con llave, pero estaba, sin duda, estrechamente guardada. Resolvió cerciorarse y á eso de las dos cogió el sombrero y la sombrilla y bajó. Al penetrar en el vestíbulo encontró á la doncella cosiendo al lado de una mesa.
Diga usté que no sabe coser por lo fino..., ni esta tarascona de mi hermana.... ¿Lo ve?... Lo mismo coge la aguja que las trentes. ¡Tisana, qué camisa me está cosiendo!... ¡Á ver si das más cortas esas puntadas!... ¡El demonio del renacuajo!... ¿Cuándo soñaste tú en gastar levita? ¡Después que me llevo mes y medio sin pegar el ojo por servirle á él!... Madre, yo no coso más.
La señora, en la primavera y en las tardes y noches de verano, suele estar cosiendo o de tertulia en el patio, cuyos muros se ven cubiertos de un tapiz de verdura. La hiedra, la pasionaría, el jazmín, el limonero, la madreselva, la rosa enredadera y otras plantas trepadoras, tejen ese tapiz con sus hojas entrelazadas y le bordan con sus flores y frutos.
Mientras estuvo escribiendo La Letra Escarlata, se le veía con frecuencia olvidarse de cuanto le rodeaba, sumergido en profundo ensimismamiento. Refiérese que un día, hallándose en este estado, tomó del costurero de su esposa una pieza que ella estaba cosiendo, y la picó en pedazos muy menudos, sin reparar en lo que había hecho. Esta costumbre de destrucción inconsciente databa de su juventud.
Palabra del Dia
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