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Actualizado: 1 de junio de 2025


¿Qué tienes... qué te ha dado? le preguntó la vizcondesa. ¡Estoy segura de que viene a vernos! ¡Qué disparate!... ¿Estás loca? ¡Ya lo verás! Tres o cuatro minutos después tocaron ligeramente la puerta del palco. La señora de Aymaret se levantó a abrir y Pierrepont entró. Saludó cortésmente pero con frialdad, y echó a su alrededor una mirada como extrañando encontrar solas a las dos damas.

Con toda mi alma, dixo Candido, y la levantó del suelo. Ahora quiero que me la ponga, continuó la dama, y Candido se la puso. Mire vm., repuso la dama, vm. es extrangero: á mis amantes de Paris los hago yo penar á veces quince dias seguidos, pero á vm. me rindo desde la primera noche, porque es menester tratar cortesmente á un buen mozo de Vesfalia.

Nada temáis, señora, dijo cortésmente Roger. ¡Suelta, rufián! ordenó dirigiéndose á un arquero que había enlazado con su brazo el talle de la joven. ¡No la sueltes, Bastián! aulló un hombre de armas gigantesco, de luenga barba negra, cuya coraza brillaba á la tenue luz del farol más próximo.

Si esto pensaba el adversario y el incrédulo, ¿qué no pensarían los creyentes, los que profesaban las mismas ideas, aquellos en cuyo favor el P. Enrique tan hábil y cortésmente peleaba? La veneración, el entusiasmo, la admiración por el P. Enrique, fueron subiendo en todas aquellas almas, y más que en ninguna en el alma entusiasta, solitaria y aislada de doña Luz.

El Hombre-Montaña contestó á este saludo general moviendo sus dos manos y luego se inclinó cortésmente. ¡Cuidado, gentleman! ¡Acuérdese que estoy aquí! gritó Ra-Ra. Con el inesperado movimiento de su conductor, el pigmeo había saltado fuera del bolsillo y se mantenía agarrado al borde.

Eran buenas estas palabras para espantar cobardes ánimos, no para entibiar el celo ardiente de un apóstol; y así, respondiéndole el Padre afable y cortesmente, prosiguió su viaje, mas no halló indio alguno en sus Rancherías, porque todos andaban huídos por los montes y selvas y sólo se dejaba ver tal cual, que desde las copas de los árboles exploraba los pasos de los españoles.

Recibiéronse los unos y los otros cortésmente; y luego don Quijote y los que con él venían se pusieron a mirar las andas, y en ellas vieron cubierto de flores un cuerpo muerto, vestido como pastor, de edad, al parecer, de treinta años; y, aunque muerto, mostraba que vivo había sido de rostro hermoso y de disposición gallarda.

Y Azorín estaba tomando tranquilamente un refresco cuando ha visto que estos obreros se le acercaban y decían: Señor Azorín, nosotros le conocemos a usted... y desearíamos que nos dijese cuatro palabras. ¿Estos hombres quieren que Azorín les diga cuatro palabras? ¡Azorín, orador! Esto es enorme. Azorín ha protestado cortésmente; los obreros han insistido con no menos cortesía.

Dejamos de hablar, volvemos los ojos á la escena, el brigadier se levanta maquinalmente y vuelve á sentarse, como si quisiera tomar una posicion más segura, en señal de que aguardaba algun portento; los artistas se ponen de pié, saludan como antes; se abre la puerta del fondo, los galanes se sitúan cortesmente á los lados de la puerta; pasan las damas; los galanes las siguen, y la escena se queda sin nadie.

Junto a tenían unas como sábanas blancas, con que cubrían alguna cosa que debajo estaba; estaban empinadas y tendidas, y de trecho a trecho puestas. Llegó don Quijote a los que comían, y, saludándolos primero cortésmente, les preguntó que qué era lo que aquellos lienzos cubrían.

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