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Actualizado: 19 de junio de 2025


Y en efecto, poco a poco el semblante de la joven con sus rasgos delicados, con su expresión franca y risueña, se le representó como un sueño amable que había tenido en distintas épocas de la vida; trasladose a los días de placer, recordó los momentos en que su fantasía le hizo entrever los campos floridos de la dicha; días y momentos fugaces para él como para todos, pero que dejan la huella de Dios en el espíritu y le preservan de la corrupción.

Aquel libro buceaba en la conciencia humana ávido de espectáculos repugnantes, y al hallarlos se deleitaba en su análisis, como larva de corrupción que se revuelca entre la podre: mal disfrazado, con frases piadosas y tecnicismos médicos, cuanto en él había era perversión de lujuria.

No hay ideas mas comunes, mas vulgares, corren entre los ignorantes como entre los sabios, en los pueblos bárbaros como en los cultos, en la juventud de las sociedades como en su infancia y vejez, en medio de costumbres puras como de la corrupcion mas escandalosa: expresan algo primitivo, innato en el espíritu humano, algo indispensable á su existencia, algo de que no puede despojarse mientras está en el ejercicio de sus facultades.

Los compañeros me decian: «Haga U. como nosotros y no le incomodarán con el registro.» Y las pesetas se deslizaban de las manos de los viajeros á las de los guardas y carabineros, con presteza y disimulo, dando por resultado infalible el paso de los baúles y maletas sin registro. Detesto con toda mi alma las aduanas; pero detesto mucho mas la corrupcion.

¿Pero crees, Lorenzo interrumpió Melchor violentamente, que yo puedo, tener respeto por la cáfila de bribones que se habrán completado para declarar enfermo al viejo... cuando el viejo no tiene más «enfermedad» que la de tener algunos recursos?... ¿Y crees que yo puedo o debo respetar a esos ceremoniosos caballeros que hablan solemnemente y no se sonríen siquiera ante nadie, para poder pasar por «hombres serios»?... ¡Bah! no seas infeliz: en la mayoría de los casos son unos grandísimos trapalones que después de haber tocado en todos los fondos de la corrupción y del vicio, ahitos de impudicias y de concupiscencias, se cubren las llagas con el manto de los honestos y de los virtuosos... verdaderos escenógrafos en el drama de la propia vida, que nos la pintan o nos la muestran a la manera de esos telones teatrales que representan, vistos de lejos, un hermoso paisaje apacible, hecho burdamente a escobazos con pinturas ordinarias.

Usted sabe, tan bien como yo, la clase de vida que pretende ofrecer a un corazón virgen y henchido de ilusiones. Por poco que se haya usted enterado, tiene que saber que la he sacado de una existencia peor que la muerte, la he arrancado del lodo de las calles y quizá de una futura corrupción. Estoy tratando de hacerlo otra vez. Tenemos que hablar formalmente, pues las circunstancias así lo exigen.

En suma; por donde quiera que yo lo miro, no noto en España esa horrible corrupción que el Sr. Merchán nos achaca, y que en todo caso no sería igual, ni con mucho, á la que de otras grandes naciones, como Francia é Italia, nos dejan presumir escándalos recientes, y como la que de los propios Estados Unidos por mil indicios también se presume.

La misma corrupción aparece ya en tiempo de los Faraones y se repite en Fedra, en Briolanja y en las empecatadas mujeres de las que consiguieron triunfar los tres gloriosísimos santos que hemos citado. No implica mayor corrupción, ni necesitamos atribuir al autor de la novela mayor pesimismo, para que quede justificada la venganza que toma la Duquesa haciendo saber a Ignacio su deshonra.

Ahí va una mujer, prosiguió el médico después de una pausa, que sean cuales fueren sus faltas, no tiene nada de esa misteriosa corrupción oculta que creéis debe ser tan dura de llevar. ¿Pensáis acaso que Ester Prynne es menos infeliz á causa de esa letra escarlata que ostenta en el seno? Así lo creo, replicó el ministro. Sin embargo, no puedo responder por ella.

Sous Sa Majesté Louis-Philippe! Otro aspecto de ese mundo infinito de París, en el que se confunden todas las grandezas y miserias de la vida, desde las alturas intelectuales que los hombres veneran, hasta los ínfimos fondos de corrupción cuyos miasmas se esparcen por la superficie entera de la tierra, es la sesión anual del Instituto para la distribución de premios.

Palabra del Dia

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