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Actualizado: 1 de mayo de 2025


Coronas del Parnaso y platos de las musas, de Alonso Jerónimo de Salas Barbadillo: Madrid, 1635. El caballero puntual, de Alonso de Salas Barbadillo, tres tomos: Madrid, 1619. El subtil cordobés Pedro de Urdemales, de A. de Salas Barbadillo: Madrid, 1620. Fiestas de la boda de la incasable mal casada, del mismo: Madrid, 1622. Casa del placer honesto, del mismo: Madrid, 1620.

Vestía chaqueta corta, sombrero cordobés de alas rectas, pantalón ceñido, faja de seda encarnada y camisa bordada con botones de diamantes: todo rico y esmerado, y mostrando no sólo un hombre bien acomodado, sino cuidadoso de su persona y quizá un poquito pagado de ella. ¿Y Joselillo? preguntó. Pues se fué hace ya bastante rato por unos frascos de ginebra y aún no ha venido. ¡Valiente niño!

Mientras el confesor Juan, que tal es el nombre del azotado, sufre este inícuo trato por amor de Cristo, y mientras á este santo mártir siguen otros quince, entre los cuales descubren nuestros ojos horrorizados y atónitos la mas varonil fortaleza en las mas delicadas criaturas, en el lindo page y la tierna doncella ; el rey Cordobés vive entregado á los placeres de la poesía, de la música y del amor, y no consiente siquiera que los Cadíes molesten á sus consejeros sometiendo á su conocimiento las causas de los infelices cristianos.

Tuvieron conocimiento de la broma algunos alguaciles, y un día, en que los muchachos estaban reunidos, fueron sorprendidos por la autoridad, y aunque escaparon algunos, lograron ser siete de ellos presos, seis de Sevilla y el último, hijo de un noble cordobés y el cual muchacho no pasaba de 13 años.

Empujó las hojas y hallose en una gran pieza lóbrega a la sazón, que no era sino el comedor, y por tener cubiertos los muros de una imitación del antiguo cuero cordobés, parecía harto más sombría, ayudando a ello los altos aparadores de roble esculpido, y sitiales de lo mismo.

Solo nos hablan de ella el capellan Moreno en su obra inédita ya citada Antigüedad y grandezas, etc., y el Sr. Casas-Deza en su Indicador cordobés, quien no nos dice de dónde ha tomado tal noticia.

Por lo demás, si hay algo de cierto en el mordaz proverbio que dice: Al andaluz hacedle la cruz, y al cordobés de manos y pies, bien puede afirmarse que no reza con las mujeres; antes son víctimas las pobrecitas de lo levantiscos, alborotados y amigos de correrla que son generalmente los maridos. Si el marido es mozo y alegre, suele pasar meses enteros lejos del techo conyugal.

Sustrayéndose luego a las tristes reflexiones de su harto exagerado pesimismo, Morsamor preguntó a Juan de Cartagena: ¿Y quién es este que Magallanes dejó abandonado en tu compañía? Este respondió Juan de Cartagena fue quien más nos solevantó y alborotó con sus discursos. Es un fraile cordobés, llamado Fray Blas de Villabermeja.

Acababan las cuadrillas de salir al redondel, cuando sonaron fuertes golpes en la puerta de Caballerizas. Un empleado de la plaza se acercó a ella gritando con mal humor. No se entraba por allí; debían buscar otra puerta. Pero una voz le contestó desde fuera con insistencia, y abrió. Entraron un hombre y una mujer: él con sombrero blanco cordobés; ella vestida de negro y con mantilla.

Casas-Deza en su Indicador cordobés atribuye al obispo D. Íñigo Manrique en 1489 una reedificacion de esta capilla segun el gusto tudesco. Si esta en efecto tuvo lugar, luego indudablemente se verificó otra en época muy posterior, porque su bóveda actual está pregonando el mas lastimoso churriguerismo.

Palabra del Dia

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