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Actualizado: 20 de julio de 2025


Pasmado Itobad, como era su costumbre, de las desgracias que á un hombre como él sucedian, no hizo resistencia á Zadig, que muy á su sabor le quitó su magnífico yelmo, su soberbia coraza, sus hermosos braceletes, sus lucidas escarcelas, y así armado fué á postrarse á las plantas de Astarte.

Las olas, como furiosos toros azules, topaban entre espumarajos de rabia contra la peña, abriendo cóncavas oquedades, cuevas profundas que se prolongaban hacia lo alto en forma de grietas verticales. Esta labor secular iba royendo la costa, arrebatándola su coraza de piedra, lámina por lámina. Despegábanse de ella fragmentos enormes como murallas.

Le reto para probarle delante de todos vosotros, con mi bata y mi espada, contra toda su luciente armadura blanca que me ha quitado, que fuí yo quien tuve la honra de vencer al valiente Otames. Admitió Itobad el duelo con mucha confianza, no dudando de que con su yelmo, su coraza y sus braceletes, acabaria fácilmente con un campeon que se presentaba en bata y con su gorro de dormir.

El escuadron de Maza Sin casco ni coraza Se avanza con valor. Tal era el nombre del escuadron que mandaba Zacarías Álvarez el dia de su muerte. Este nombre le habia sido dado por el general Lavalle en memoria del infortunado coronel don Ramon Maza, fusilado por Rosas en el momento en que preparaba una revolucion contra él, en Buenos Aires.

Y aquella fugaz visión producía en el alma un dulce desasosiego, al cual, ni Villa con su adoración por la condesita, ni yo con mi entusiasmo por la hermana San Sulpicio, podíamos sustraernos. Compadre decía en voz alta para que lo oyesen las interesadas, no se puede pasar por aquí sin coraza. Algunas carcajadas reprimidas contestaban a este requiebro.

El señor Infanzón dio un pellizco a su mujer; se puso muy colorado y en voz baja la reprendió de esta suerte: Siempre has de avergonzarme. ¿No ves que eso no tiene... pátina? Salieron de la sacristía. Por aquí dijo Bermúdez señalando a la derecha; y atravesaron el crucero no sin escándalo de algunas beatas que interrumpieron sus oraciones para descoser y recortar la coraza de fuego de Obdulia.

Otros olivos tenían el corazón roído, vaciado; sostenían simplemente la mitad de su coraza de corteza, como una torre partida por una explosión; pero en lo alto ostentaban su inverosímil cabellera vegetal, unos puñados de hojas plateadas á lo largo de las ramas sinuosas y negras.

Las había de dos ó tres cubiertas, y las armadas en guerra se llamaban encastilladas, por sus dos castillos á proa y á popa. Además, cubrían su casco sobre la línea de flotación con cueros vacunos, excelente coraza para evitar el «fuego griego», botes de materias inflamables que eran la artillería de entonces.

En otros lienzos no menos obscuros veíanse castillos arrojando llamas por sus troneras, y al pie de ellos guerreros con la cruz blanca de ocho puntas sobre la coraza, tan grandes casi como las torres, y aplicando a éstas sus escalas para subir al asalto.

Después de esto, Ojeda creyó tener a su lado otra mujer, como si se hubiese roto la coraza de hielo tras la cual se había mantenido hasta entonces, irónica y hostil, y de los fragmentos de la rota defensa acabase de surgir algo cálido y vibrante que iba hacia él con la humildad de la hembra que anhela ser vencida. Pasó por cerca de ellos la alemana con su niño de la mano.

Palabra del Dia

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