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Además, ¡cómo se sentía ella protegida al lado del héroe! ¡Qué impresión de orgullo y de seguridad cuando se abrazaba á él, percibiendo la fuerza almacenada en su vigoroso organismo!... Muchas veces, al marchar apoyada en su brazo, tocaba amorosamente el bíceps contraído. Era fuerte, pero no de un vigor extraordinario.

El rey D. Enrique IV fué á Córdoba, adonde llegó á 20 de mayo la reina D.ª Juana, y allí ratificaron el matrimonio que habian contraido por poderes. Recibieron las bendiciones en la catedral el dia 25, Pascua del Espíritu Santo, y por no estar consagrado el obispo D. Gonzalo de Illescas, hizo el oficio el arzobispo de Tours, embajador del rey de Francia.

Hablamos aquí de esta neuralgia en consideracion á su agudeza y á su sitio. La peritonitis reclama acónito en su período de concentracion, con ansiedad, calosfríos violentos, pulso pequeño y contraido, alteracion de la cara.

Apenas el hermano Zea se vistió la sotana de la Compañía, cuando haciéndose cargo de las nuevas obligaciones que con ella había contraído, procuró dar á ellas entero cumplimiento; y como si empezara de nuevo el camino de la virtud, se miraba en las virtudes de sus connovicios, observando cuanto en ellos era digno de ser imitado para copiar en mismo la perfección de todos.

Tal vez necesite usted refrescar el corazón, señorita se aventuró a decir Isidorito con el rostro espantosamente contraído por una sonrisa. No sabía yo que se despachasen también en la botica refrescos para el corazón repuso la joven con gesto desdeñoso, dirigiendo sus palabras a Rosario. ¡Oh! no, señorita; en la botica no.

Era tan fatal la expresión de su rostro de calmuco, con un ojo contraído y otro muy abierto, que todos vieron una línea ilusoria desde la boca de su pistola al pecho del que estaba enfrente, un camino que la pequeña esfera de plomo iba á seguir con inexorable rectitud. Orgulloso de su superioridad, el príncipe retardaba el momento de dar la muerte, por una especie de coquetería salvaje.

Compadeció la ignorancia de la joven y estuvo próximo a decirle que todo aquel lujo era imbécil fatuidad, pura bambolla; pero sintióse dominado por sus temores de niño sumiso y obediente, y hasta en el vacilante resplandor del inmediato farol creyó ver el rostro de mamá contraído por un gesto de indignación majestuosa.

Babor contestaba el timonel desde abajo, como un eco. Seguía el capitán un rato con las cejas fruncidas y mirando a la proa; al cabo volvía a inclinarse y decía: A la vía. Vía respondía el timonel. Entonces se extendían de nuevo los resortes que tenían contraído su rostro atezado, y volvía a dibujarse en sus labios una sonrisa cándida y afable. Da gusto oírle tocar las sevillanas; ya verá usted.

Acaso no es más que un vicio de su mente, contraído hace largo tiempo y que se manifiesta mecánicamente. No quise hacerle ver que me había entristecido y traté de responderle con buen humor. La prueba de que Dios existe es que eres bueno... ¿Eso crees? ¿Es eso una prueba?... ¿Cómo te arreglas para verlo así? Eres bueno y Dios me ha dado un padre como . ¡Ah!

Yo creo que el sol de América le echaba a perder el cutis. Los mosquitos le hacían más daño todavía. Barragán permanecía silencioso con el fiero semblante contraído, mostrando bien lo poco grata que le era aquella visita. Los chicos no parecían advertirlo y siguieron piropeándole todavía tirándose uno al otro la pelota en el tono más suave y meloso que puede imaginarse.