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Actualizado: 1 de julio de 2025
Ella no se tomó el trabajo de fingir la más leve resistencia, de coquetear con negativas sonrientes acompañadas de ojos aprobadores. Desde que te vi, adiviné que esto iba a ser... y ha sido. Tú pensarás lo que quieras; tal vez me crees más fácil de lo que soy. Pero contigo, ¡para qué fingimientos!...
¿Quién será? Alguno de los muchachos, ¿no te parece, Melchor?... que viene a pasar el día de mañana contigo. ¡No, Lorenzo!... ¿quién va a pensar en eso! ¿Y por qué no?... Porque no... El carruaje había pasado la tranquera y se aproximaba rápidamente al grupo que se había detenido a contemplarlo bajo un árbol, cuando de pronto vieron que el viajero les anticipaba un saludo agitando su sombrero.
Recordabas el período negro de tu vida, la esclavitud de la carne entre hombres bestiales enloquecidos por los ardores del sexo, y al verme siempre dulce contigo, protegiéndote contra la ira del padre y la curiosidad de la gente, tu agradecimiento ha ido creciendo y creciendo, y hoy me amas, Sagrario.
Y agarrándole por el brazo con solicitud cariñosa, le pasó de una acera a otra. Pronto ganaron la calle de las Urosas, y parados en la esquina, a resguardo de coches y transeúntes, volvió a decirle: «Tengo que hablar contigo, porque tú solo puedes sacarme de un gran compromiso; tú solo, porque los demás conocimientos de la parroquia para nada me sirven. ¿Te enteras tú?
Una arruga profunda apareció en el entrecejo de Amparo; señal de tormenta. Mira, chica, tengamos la fiesta en paz. Te vas haciendo muy picante y ya sabes que tengo muy poca paciencia dijo con voz sorda. De lo que menos caso hago yo es de tu paciencia, hija mía. Te he venido a decir bien claramente que no quiero trato contigo. Al parecer, no quieres acabar de entenderlo.
En cambio, partiré contigo todos estos adminículos y bastimento, y te alcanzaré, como mejor pueda, sendos jarros de agua de la fuente alta de la plaza, para que te refrigeres y tomes todo placer a la comida.
Y como el vino de la otra parte en la provincia de los Gergešenos: vinieronle ál encuentro dos endemoniados que šalian de los šepulchros, fieros en gran manera, que nadie podia paššar por aquel camino. Y heaqui clamaron, diziendo, Que tenemos contigo Iešus hijo de Dios? Has venid ya acá
Marta se apresuró a ver quién era la que llamaba a la puerta, y volviéndose inmediatamente a la joven, le dijo: Elena, es Mariana, la cocinera; tu madre me ordena que baje en seguida contigo. ¿Mi madre nos llama? exclamó la joven . Dios mío, ¿qué irá a suceder? La viuda no estaba menos asustada, pero se dominó, y dijo con aparente tranquilidad: ¿Por qué palideces, pobrecilla? Yo voy contigo.
He procedido lealmente contigo, y hoy más que nunca, ¡aunque jamás hayas sido más indignamente engañado que hoy! ¡Si tan sólo pudiera decirte cuánto te amo! ¡Con qué placer moriría en el acto! ¡Colgarme una sola vez de tu cuello, ocultar una vez mi cabeza en tu hombro y llorar lágrimas de sangre!
Del fondo del saco salió una voz tristísima: el camarón le estaba hablando: Párate, amigo, párate, y déjame ir. Yo soy el más viejo de los camarones: más de un siglo tengo yo: ¿qué vas a hacer con este carapacho duro? Sé bueno conmigo, como tú quieres que sean buenos contigo.
Palabra del Dia
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