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Actualizado: 10 de junio de 2025


Ella, por su parte, hablaba del pleito, la gran empresa de su vida, con todas las vehemencias del interés material y del odio. Pasaban por su boca adorable palabras curialescas, términos del procedimiento, aprendidos con pronta asimilación en sus conferencias con los abogados. El triunfo era seguro, pero habría que esperar un poco.

El padre Cristóbal viene del priorato á enseñarle lo que puede, pero no sólo es muy anciano sino que su discípula lo domina y poco provecho saca de sus conferencias con el buen padre. Con ella y con Luisa y Dorotea de Pierpont, doncellas de buena familia que con nosotros residen, formaréis una pequeña clase. Hasta mañana.

Es el caso.... Dígame usted todo.... Todo. Es el caso que una señorita muy guapa, muy elegante, y además muy rica, la misma que se puso tan seria y abogó por esas pobres muchachas que pedían socorro a las Conferencias, me tomó del brazo... y.... Bien, tomó a usted del brazo... ¿y qué? Y salimos. Salieron... ¿y qué más?

Deseaba advertir a su esposa que le disgustaban las conferencias con el Duque, sus apartes, sus muecas y sonrisas que iban ya tomando carácter de verdaderas coqueterías. Pero conocía por experiencia a Venturita, y se temía a mismo.

Se nos ha dicho que seríamos interrogadas, mamá, dijo la joven sonriendo, pero no que se nos explicaría nada. Tengamos paciencia. La anciana hizo un gesto de resignación. Ya estamos acostumbradas... Marenval se levantó Querida prima, dijo en el tono más afectuoso; dejo á usted, pero volveré á verla muy pronto. Nuestras conferencias serán frecuentes, lo que espero que no les será desagradable.

Pagaba una cuota mensual en las Escuelas Dominicales, pero no asistía a las lecciones ni a las conferencias; vivía lejos del círculo en que el Provisor reinaba. Este visitaba poco a las personas que no podían o no querían servirle en sus planes de propaganda.

Y si no temiera ofender las instituciones, me atrevería a ponerlos en parangón con los del salón de conferencias del Congreso y de la Bolsa, seguro de que tampoco habían de desmerecer. El sol aún seguía bañando una parte no insignificante del paseo. Los chiquillos resaltaban sobre la arena como un enjambre de mosquitos en una mesa de mármol.

Tan era así, que muchos días antes del baile ya había celebrado largas conferencias con Clementina acerca de este punto esencialísimo. Formóse el corro de sillas. Pepe Castro fué a sacar a Esperanza, que tomó su brazo de buen grado. Mas antes de dar un paso llegó el conde de Agreda. ¡Cómo, Esperancita! ¿No me había usted concedido el cotillón? preguntó sorprendido.

D. Félix en aquellos días hizo un viaje á Arbín y celebró largas y frecuentes conferencias con el párroco de la Pola, persona muy avisada y de letras. Por último, una mañana, poco antes de comer, dijo á D.ª Robustiana: Pon dos cubiertos hoy en la mesa que espero un convidado. Hízolo así el ama de gobierno, pero viendo que sonaban las doce mostró su extrañeza.

«¿Les parece a ustedes que ésta es hora de empezar un combate? ¡Las doce del díaexclamaba con ira el marinero aunque no se atrevía a hacer demasiado pública su demostración, ni estas conferencias pasaban de un pequeño círculo, dentro del cual yo, llevado de mi sempiterna insaciable curiosidad, me había injerido.

Palabra del Dia

rigoleto

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