Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 6 de junio de 2025


Y, a fe mía, que los dejaba hacer; porque en aquella época yo sentía todavía un santo respeto por el famoso «buen gusto». Sólo mucho más tarde fue cuando comprendí que, por lo común, eso no es más que una pantalla para disimular la pobreza de espíritu. No conseguí poner a cubierto de la invasión nada más que mi gabinete de trabajo.

Comprendí que el mundo especial en que había vivido, ese mundo que se llama casa de vecindad, donde resaltan todas las miserias, todas las adyeciones, todas las ignorancias, la había hecho recelosa y desconfiada. Puedes almorzar así todos los días, la dije, si consientes en que se realice lo que he pensado respecto a ti.

»Comprendí que iba a verme obligado a usar de mi revólver, y como Juancito me gritaba de lejos que siguiera, que me iba a comprometer, opté por aceptar su consejo y me alejé al galope, alcanzando a oírle juramentos y amenazas contra ti. ¿Por qué? ¿Qué ha pasadoQue doña Ramona lo ha dejado y se ha venido; pero, ¡qué animal!... No te decía yo, Melchor, que esto podría tener consecuencias.

: lo conocí, ¿No me reveló ese secreto la voz íntima de mi corazón desde la primera vez que le , y después cuantas veces le he visto desde entonces? ¿Por qué no lo comprendí? ¡Oh Ester Prynne! ¡qué poco, qué poco conoces todo el horror de esto! ¡Y la vergüenza!... ¡la vergüenza!... ¡la horrible fealdad de exponer un corazón enfermo y culpado á las miradas del hombre que con ello tanto había de regocijarse!... ¡Mujer, mujer, eres responsable de esto!... ¡Yo no puedo perdonarte!

Usted no se parece al señor Le Bris, ni a Gastón de Vitré, ni a Spiro Dandolo ni a ninguno de esos que tienen éxito con las mujeres; y no obstante, fue al verle a usted la primera vez cuando comprendí que el hombre era la más bella criatura de Dios. ¿Me ama usted, pues, un poco, Germana? Hace ya mucho tiempo. Desde el día que entró usted en el palacio Sanglié.

Desde que fuí capaz de entender ciertas cosas, comprendí que el matadero no debía estar donde hoy está. En una palabra, que debía trasladarse. ¿Dónde? Una voz interior me decía siempre que a la Escombrera. Antes de poder dar ninguna razón científica, estaba tan convencido como ahora de que allí debía emplazarse, y no en otra parte.

El hijo de Pelayo le desprecia a usted, compadre. Aquella tarde, luego que nos sentamos, entabló conversación diciendo: Parece, amigo Sanjurjo, que le veo a usted un poco melancólico. Durante el almuerzo no ha hablado usted nada. ¿Estará usted por ventura enamorado? En la entonación de la pregunta y en la sonrisa con que la acompañó comprendí que algo sabía, y me puse colorado.

No comprendí entonces que pudiera caber monstruosidad semejante en ser humano por bárbaro que fuese. Mi cólera cedió paso al enternecimiento. Un diluvio de lágrimas bañó mis mejillas. Puse la gumía sobre la mesa de noche. La puse allí con mucho tiento y temblando de que mi mujer se despertase. Volví a mirar a Beatriz. La miré como quien mira el tesoro que ha perdido.

Los ojos quedaban heridos al igual del oído por el contraste diabólico de esa nieve deslumbradora azotando las negrísimas lavas. En fin, en aquel momento comprendí que más culpa tenía la tierra que el mar en lo terrible del cuadro que acabo de pintar. Lo contrario sucede en el Océano. La tempestad del mes de octubre de 1859.

Dentro de pocos días estarás sano... Yo te quiero mucho más que antes porque al verte caer comprendí de una vez hasta dónde habías entrado en mi corazón... Y mi hermano añadió bajando los ojos y ruborizándose quiere adelantar la fecha de nuestro matrimonio. Los ojos de Tristán brillaron con alegría. ¿Cómo...? ¿Es de veras? Eso me ha dicho ayer respondió Clara dulcemente.

Palabra del Dia

rigoleto

Otros Mirando