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Actualizado: 4 de octubre de 2025
Señal de dar limosna los sábados o fiestas no se veía ninguna, pero por privilegio envidiable tenía la finca oratorio donde se rezaba misa cuotidianamente y, si acaso pasaban por la calle alguna Minerva o el Dios chico, lucían los balcones grandes y blasonadas colgaduras.
El brillante fuego le daba a la vieja estancia, con sus colgaduras fúnebres, un aspecto alegre y confortable que contrastaba con la fuerte helada exterior, y no teniendo deseos de dormir todavía, me eché en una silla de brazos y senteme a reflexionar profundamente.
Hacia las diez de la noche, Catalina Lefèvre y Luisa, después de haber dado las buenas noches a Hullin, subieron a su habitación, que estaba encima de la sala grande, para acostarse. Había allí dos amplios lechos de plumas, con colgaduras de tela a rayas azules y rojas, que se elevaban hasta el techo.
El baptisterio de la iglesia parroquial estaba cubierto de colgaduras de raso carmesí con flecos dorados; la pila brillaba como un ascua de oro, iluminada por grandes cirios.
Era un vals el imperio, que andaba a compás, con mucho orden, al gusto del maestro de música. Hasta que una noche, cuando estaba el pájaro en lo mejor del canto, y el emperador lo oía, tendido en su cama de randas y colgaduras, saltó un resorte de la máquina del ruiseñor; como huesos que se caen sonaron las ruedas, y paró la música. Se echó de la cama el emperador, y mandó llamar a un médico.
El tapicero protestó en tiempo oportuno; en el salón sentaba mal lo capitoné, según su dogma, pero la Marquesa se reía de estas imposiciones oficiales. En los demás muebles del salón, espejos, consolas, colgaduras, etc., se había pasado de lo que entendiera el mueblista por Regencia a la mezcla más escandalosa, según el capricho y las comodidades de la Marquesa.
He avisado a don Serapio y al organista... ¡Preciosa, Mariíta, preciosa!... Fíjese usted en las colgaduras azules que hice poner en el retablo de la Virgen... Gracias, Ernesto, muchas gracias, se lo agradezco a usted en el alma. A una señal de María todas las señoras se levantaron y se precipitaron detrás de ella por la escalera, sin dejar por eso su charla mareante.
Aquí es donde yo duermo la siesta cuando me canso de andar por el campo. En uno de los ángulos había una soberbia cama de roble tallado y enteramente negro por los años. Era una de esas camas del siglo XV que vuelven locos a los anticuarios. Las colgaduras antiquísimas también. Sobre los colchones estaba extendido un tapiz moderno de damasco.
Pero ella habló de Salvador con grato afecto, sin revelar ninguna cosa extraña. Rita hizo girar por el cuarto sus ojos de présbita, curiosos y esforzados, y se condolió: Hija, qué habitación tan ruina tienes...; ¿no hay otra mejor para ti? Yo escogí ésta; aquí estoy bien. No te criaste así, que tenías en tu cama colgaduras de damasco y en tu gabinete sitiales de tisú y mesas con mármoles....
Se alzaban arcos de triunfo, se tendían colgaduras de damasco, salían á la calle las comunidades y cofradías con sus pendones al frente, y en todas las esquinas se ponían escudos y tarjetones, donde el poeta Arriaza estampaba sus pobres versos de circunstancias.
Palabra del Dia
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