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Actualizado: 4 de octubre de 2025
En otros muchos había colgaduras por el estilo, lo cual daba a la plaza apariencia vistosa y alegre, pero ningún pañolón era más bonito que el de Rafaela ni había sido extendido con mayor garbo y desenfado. Así recordaba el Vizconde este y otros muchos triunfos de Rafaela; pero no sin razón la llamaban la Generosa.
El que tiene ánimo para conservar los naipes hasta el fin, éste se salva. Y añadió el filósofo y jugador de una pieza, con alegre irreverencia: Estoy orgulloso de servir al Señor, y me obligo a morir en su ejército. Pasaron tres días, y el sol, a través de las blancas colgaduras del valle, vio el cuarto a los desterrados repartirse las reducidas provisiones para el desayuno.
En algodón se acueste, rodeado de ricas colgaduras, y su alcázar le preste seguridad en dóricas figuras; que yo sin tanto muro duermo en mi choza mucho mas seguro. Despiértenle á la aurora lisonjeros amigos y criados, y tenga de hora en hora visitas de señores estimados; que yo con mejor salva recuerdo cuando me despierta el alba.
Santander envia las harinas castellanas á la Habana y algunas veces á Inglaterra, y exporta tambien algunos vinos y otros artículos de poco valor. Tiene una manufactura considerable de tabacos, por cuenta del Estado, algunas fábricas de papel de colgaduras, de quincallería y de lonas y cordajes para la marina.
Salomé miró con angustiosa calma las colgaduras remendadas y raídas, los muebles desvencijados y rotos. Doña Paulita dió un suspiro místico, y continuó en silencio. Coletilla, cuando emitió tan gran pensamiento, se levantó y se fué, después de saludar á las damas y hablar algo en voz baja con la más vieja de las tres.
Todas las casas ostentaban rojas colgaduras y banderas; en la calles habían construido gradas para los espectadores y pasé saludando a derecha e izquierda, entre entusiastas aclamaciones, saludado a mi vez por millares de blancos pañuelos. Los balcones estaban llenos de damas vistosamente ataviadas, que aplaudían, saludaban y me dirigían sus más seductoras miradas.
Paréceme que viene a matarme, que está escondido en algún rincón de mi cámara haciendo mover las colgaduras y crujir los arcones; y a la mañana siguiente huélgame oírte hablar de Gonzalo. Donoso lo es en verdad el señor regidor. Me quiere desde que yo era ansí, ansí, y qué rendido y alfeñicado. Pero mi padre dice que el linaje de los San Vicente no vale dos habas.
A todo lo largo del muelle, en aquella época y en ésta, sigue pasando lo mismo; había casas de pescadores con balcones, ventanas y galerías de madera, adornados por colgaduras formadas por camisetas encarnadas, medias azules, sudestes amarillentos, aparejos y corchos.
El despacho era una monada, por lo pequeño y lo primoroso. Parecía el interior del estuche de una joya. Oro, blanco, rosa y azul. No había más colores allí. Azul y oro, en el tapizado de las paredes; oro y blanco, en los muebles de menuda talla, estilo Luis XVI, y rosa, blanco y azul, en alfombras y colgaduras.
Sobre el mismo campo de batalla, fué donde los Cruzados se iniciaron en estos famosos esplendores orientales . El mismo autor, dijo ya en otro lugar: «Durante la Edad Media, fuera del traje y de los paños mortuarios, las telas preciosas empleábanse también para las banderas, enseñas, gonfalones, tapices ó colgaduras, cubiertas de libros, gualdrapas de caballos, tiendas de campaña ó de casa, etc.
Palabra del Dia
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