Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 27 de junio de 2025


Y se oía, como una risa, el canto del ruiseñor. ¡Tsing-pé! ¡Tsing-pé! dijo el gran mandarín, y dio dieciocho vueltas seguidas con los brazos abiertos, y se echó por tierra, con la frente a los pies del emperador. Y a los mandarines, arrodillados en el aire, les temblaba en la nuca la cola. La galería de las máquinas

Al caer Lorenzo, el perro huyó despavorido, con la cola entre las piernas; el tostado se quedó mirando a Lorenzo con profundo asombro, sin comprender, evidentemente, la razón de aquella caída, mientras Baldomero corría hacia el caído, que se levantó diciéndole: ¿Vio qué corcovo, eh?... ¿Se ha hecho daño, don Lorenzo? No; ¡si en cuanto empezó a corcovear me bajé!

Los clérigos se arrebozaban con sus lobas; los dominicos, en sus manteos; los franciscanos y carmelitas traían el rostro cubierto bajo la puntiaguda capilla y los brazos cruzados por dentro de las mangas. Ramiro vio llegar a Vargas Orozco con la nariz amoratada por el frío; el paje caudatario le sostenía por detrás la cola superflua.

Debe de ser de extranjis... Coche de concha..., penachos blancos... Ahora viene lo bueno... ¡Qué preciosas van!..., penachos rojos». Y así continuó, despachándose a su gusto con progresivo entusiasmo, hasta el paso de la escolta, cola y remate de la procesión. «¿Nos quedamos para verlo otra vez a la vueltadijo luego, no saciada aún del goce de aquel variado y teatral espectáculo.

Todos los sitiados pensaban lo mismo; pero lo que colmó su desesperación fue ver de repente una larga fila de cosacos desembocar en el valle de Charmes a galope tendido, con el loco Yégof a la cabeza, volando como el viento; su barba, la cola de su caballo, su piel de perro y su roja cabellera hendían el aire. El loco miraba hacia la peña y blandía la lanza por encima de su cabeza.

Pero casi todas, para no romper enteramente con la majestuosa tradición, habían añadido al faldellín de moda una cola estrecha y aguda como una lengua, que seguía sus pasos. Una dama salió al encuentro de Lubimoff, y éste tardó en reconocerla. ¡Hacía tantos años que no había visto á Alicia vestida de soirée!

Junto á las corrientes de agua, en el centro del cauce y en las riberas que la humedad había cubierto de una débil capa de césped, trotaban las manadas de potros sin domar, al aire la luenga crin, arrastrando la cola por el suelo.

Y diciendo esto, salieron los dos por la ventana, flechados de mismos , y el Güésped, desde la puerta, dándole voces al Estudiante cuando le vió por el aire, diciendo que le pagase la cama y la posada, y don Cleofás respondiendo que en volviendo del Andalucía cumpliría con sus obligaciones; y el Güésped, que parecía que lo soñaba, se volvió santiguando y diciendo: Pluguiera a Dios, como se me va éste, se me fuera el Poeta, aunque se me llevara la cama y todo asida a la cola.

«Caballero respondió el malvado pollito : hartas veces se ha divertido usted conmigo, empujándome por detrás y abriéndome la cola, a guisa de abanico, para que se mofaran de todos los que me veían. No, amigo; a cada puerco le llega su San Martín; y a más ver, señor farsanteEsto dijo, cantó tres veces con voz clara, y pavoneándose muy hueco, siguió su camino.

Los «monos sabios» conducían de las riendas los caballos heridos, que arrastraban sus entrañas por el suelo, soltando al mismo tiempo por debajo de la cola una diarrea de susto. Al verlos, un encargado de las cuadras comenzó a mover pies y manos, agitado por una fiebre de actividad. ¡Fuerza, valientes!... gritó dirigiéndose a los mozos de las caballerizas . ¡Duro! ¡duro ahí!

Palabra del Dia

rigoleto

Otros Mirando