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Actualizado: 15 de junio de 2025


El hombre rebuscaba en libros arábigos combinaciones de simples que Gulinar, la vieja morisca, iba a coger en el contorno; y Aixa lavaba y vendaba la herida con manos embalsamadas de amor. Un ungüento, traído de la China hasta Arabia por los soldados, y de Arabia hasta Occidente por los mercaderes, y que el moro aquel guardaba en precioso bote de marfil, operó el prodigio de su mejoramiento.

Llevaban esto de mala gana los Chiquitos; pero su Capitán, fervorosísimo en la fe, cuando antes de convertirse parecía una fiera, mandó que se las dejasen coger, queriendo con tal bondad y mansedumbre ganarles el afecto y la voluntad, y sus almas para Cristo.

Yo te lo enseñaré, grandísima yegua... yo te lo enseñaré. D. Jaime, viéndole algo más sosegado, fue a coger el sombrero que tenía sobre una silla, y se dispuso a irse. Tomás, mirándole con inquietud, le dijo: Pierde cuidado, Jaime... A ésta ya la curaré yo de su enfermedad... ¡Mira, tengo allí las medicinas! Y apuntaba a un rincón de la sala, donde estaban arrimados unos cuantos garrotes.

Todo se hallaba, pues, en el mismo estado que antes de la batalla, con la diferencia de que los cañones enemigos iban a entrar en juego y a coger a los defensores por la espalda. Se veían claramente las dos piezas, los grapones, las palancas, los escobillones, los artilleros y el oficial: un individuo delgado, ancho de espaldas, de largos bigotes rubios.

Mañana recibirás a Dios. ¿Cómo va esa conciencia? Buen limpión te vamos a dar. Eso te conviene más que nada. Yo te quería coger por mi cuenta y hacerte confesar, porque diciéndole misma al Señor lo buena pieza que eres, el Señor te daría su gracia... Con que prepararse. Esta tarde volverá el padre Nones. Me ha dicho que te confesaste bien.

Se refugió el príncipe en su casa. La enfermera llegaba indudablemente con un grupo de convalecientes ingleses, deseosa de corretear entre los árboles, de coger flores, y él se sentía falto de fuerzas para escuchar su parloteo de pájaro herido y alegre, aquel contento tenaz que se prolongaba, á través del dolor, hasta los umbrales de la muerte.

Desde aquel sitio, se veía sin ser visto, á todo el que pasara, á menos de poner un poco de su parte, con buena voluntad, é inclinarse como para coger las clemátides que tapizaban el muro y pendían hacia fuera. Pero Herminia no pensaba inclinarse, sino ver, y esto era ya en ella muy extraordinario.

El de Toledo, dije, como habia Por coger á D. Diego hecho guerra Al indio guaraní, que residia Metido en la aspereza de la Sierra. Saliendo con su intento se volvia, Sin dejar sosegada aquella tierra, Mas antes con razon mas levantada, Por ver aquesta parte acobardada.

Veo que os gustan, dijo el artista al notar la expresión de grata sorpresa reflejada en los semblantes de ambos hidalgos. Lo cual me prueba que no faltan ingleses capaces de apreciar tales fruslerías. Nunca lo hubiera creído posible, exclamó Roger. ¡Qué colorido, qué perfilado! Admira, Gualtero, este Martirio de San Esteban; no parece sino que ó yo podríamos coger esas piedras ahí pintadas.

Yo con esto quedé como muerto y dime por novillo de legítimo matrimonio, determinado de coger lo que pudiese en breves días y salirme de en casa de mi padre: tanto pudo conmigo la vergüenza.

Palabra del Dia

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