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Actualizado: 22 de junio de 2025
Esto que siento son las carcajadas de tus ángeles que juegan dentro de mí. Tú no estás lejos, te veo y no te veo, como cuando vemos con los ojos cerrados». La Nela cerraba los ojos y los volvía a abrir. Habiendo pasado junto a un bosque, dobló el ángulo del camino para llegar a un sitio donde se extendía un gran bardo de zarzas, las más frondosas, las más bonitas y crecidas de todo aquel país.
Si Clara hubiera estado menos preocupada en aquel momento y tenido un carácter más observador, sin duda se habría de admirar al ver á doña Paulita afectada de distracciones intermitentes; habría notado que se sonreía con frecuencia, moviéndose sin cesar; que después se ponía muy triste, permaneciendo quieta y como abstraída; que luego le daba una especie de acceso de despecho, crispaba los nervios y cerraba los ojos, erguía el cuello y parecía atenta á ruidos lejanos, no escuchados de otro alguno.
Así se expresaban los que tenían interés en que continuase en la tierra todo lo mismo, á la sombra protectora de las creencias. ¿Cómo no habían de indignarse los infelices contra una religión que les cerraba el camino de la justicia y el bienestar aquí abajo, para no darles más que la quimérica esperanza de una justicia divina que los ricos pueden sobornar con dádivas á los sacerdotes?
Grandes golpes dió en su puerta con ambas manos, pero nadie oía sus desesperadas voces de terror. Acercóse a la entrada de palacio y quiso abrir la puerta de bronce que la cerraba; pero por más esfuerzos que hizo, no pudo lograr moverla un milímetro, y por fin, en su desesperación, concibió la idea de salir por entre los barrotes, pues a toda costa quería abandonar aquella casa.
Y no dio paz al cántico hasta que divisó a una muchacha que llegaba con un cesto sobre la cabeza. Hola, Telva, cuerpo bueno: ¿adónde te vas a estas horas, chiquirritilla? Supongo que no será a Lada... Al mismo tiempo le cerraba el camino con el caballo y le aplicaba golpecitos en las mejillas con la vara. Pues a Lada me voy. ¿Y si te comen los lobos? Poco se perdería.
Al subir en el primer vagón que encontró al paso, le pareció ver los velos de las dos señoras desapareciendo detrás de una portezuela que se cerraba. En la estación de Salerno volvió á columbrarlas ocupando un carruaje de alquiler que se perdía en una calle próxima.
Y el P. Camorra cerraba sus puños. Y á decir verdad, observó el P. Sibyla como dirigiéndose nada más que al P. Irene; el que quiere enseñar, enseña en todas partes, al aire libre: Sócrates enseñaba en las plazas públicas, Platon en los jardines de Academo, y Cristo en las montañas y lagos.
Ana, apoyada la cabeza en las sobadas almohadillas de aquel coche viejo, cerraba los ojos, fingía dormir y escuchaba el ruido atronador y confuso de vidrios, hierro y madera de la diligencia desvencijada, y se le antojaba oír en aquel estrépito los últimos gritos de la despedida.
La noche cerraba, y bajo los sauces el frío y la obscuridad aumentaban; sobre la superficie del río, brillaban, desparramadas, lucecitas amarillas, a lo lejos, que se movían, como fuegos fatuos. En el cielo, ni una estrella; los ecos del paseo se habían acallado... Quilito sacó el revólver.
A las ocho de la noche en invierno y a las nueve en verano cerraba la escalera del claustro alto, guardábase la llave en el bolsillo y toda la población quedaba aislada de la ciudad.
Palabra del Dia
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