Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 29 de junio de 2025


Sin ser tan blanca como una flamenca, había encontrado, no dónde, reflejos nacarados. La salud subía hasta sus pupilas en suaves arreboles rosados; su boca pequeña, redonda, carnosa, parecía una gruesa cereza que los gorriones hubiesen abierto a picotazos. Sus ojos brillaban en sus órbitas obscuras como un fuego de sarmientos en el centro de la chimenea.

La presencia del Provisor interrumpió el juego. Los familiares se pusieron de pie y uno de ellos hermoso, rubio, de movimientos suaves y ondulantes, de pulquérrimo traje talar, perfumado, abrió una mampara forrada de damasco color cereza. De lo mismo estaba tapizada toda la estancia que se vio entonces y que atravesó De Pas sin detenerse. ¿Dónde estará, don Anacleto?

El trazado de Miramar sería nuestra ruina, porque nos acerca a Sarrió, que, como usted sabe muy bien, tiene más importancia comercial y marítima que nosotros. En pocos años nos tragaría como una pepita de cereza. Además debe usted tener en cuenta que habiendo quince kilómetros desde el empalme hasta Nieva y doce solamente a Sarrió, ninguna mercancía dejará de preferir este punto para exportarse.

Las diez ó doce vacas que había dentro acostadas sobre hojas de castaño y rumiando con sosiego volvieron lentamente la cabeza para mirar á la puerta. Una de ellas, más medrosa que las otras, se puso en pie. La condesa aspiró aquel ambiente denso y húmedo con más placer que los perfumes de su tocador. ¿Cómo se llama esa vaca que se ha levantado? Cereza. ¡Qué hermosa es!

Prefería los de mujeres: damas de melena corta y rizada, con un lazo en una sien, como las que pintó Velázquez, caras largas del siglo siguiente, con boca de cereza, dos lunares en las mejillas y una torre de pelo blanco. El recuerdo de la basilisa parecía esparcirse por estos cuadros. Todas las damas tenían algo de ella.

He aquí una sin parasol, que deja flotar al viento una nube de tenues hilitos, coposos, teñidos apenas de un gris plateado. Cinco hilitos se desprenden más largos que los otros y de color de cereza; ondulan, anúdanse y se desanudan, y enlazándose á los cabellos de plata, producen en el agua encantador efecto.

Flora con la cabeza baja también y el rostro ceñudo enredaba con su delantal haciéndole pliegues. Al cabo de largo rato, sin levantar los ojos y conmovido, habló el mancebo de este modo: Bien lo veo, Flora; bien lo veo hace tiempo. Para ti yo no soy nada; soy menos que una castaña pilonga ó que una cereza negra.

La reitana se puso encendida como una cereza. Andrés también se ruborizó y no supo qué contestar. Vaya, estoy viendo continuó el paisano que voy a tener que armar garduñas alrededor de casa para los señoritos que me quieren comer las uvas. ¡Padre! exclamó la muchacha sofocada. Andrés sonreía estúpidamente.

Al llegar a la puerta de la escalera y al tirar del pasador, el joven vió asomar la cabecita curiosa de su hermana en el fondo del pasillo. Ven aquí, Aurelia le dijo. Pero la niña no hizo caso y se retiró velozmente. Aurelia, Aurelia. Bien a su pesar, ésta salió al pasillo y avanzó hacia ellos sonriente y roja como una cereza.

Un día que estaban solos, como Miguel la mirase desde su taburete hasta comérsela con los ojos, le dijo con sonrisa burlona y placentera a la par: ¿Por qué me miras tanto, Miguelito?... ¿Te gusto? La vergüenza y la confusión se apoderaron del chico; se puso como una cereza y concluyó por llorar desconsoladamente como si le hubiese dicho alguna injuria.

Palabra del Dia

aconséjele

Otros Mirando