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Actualizado: 29 de junio de 2025
E aínda, pensaba el P. Guevara, que por privilegio no tienen los mareantes memoria del Miércoles de Ceniza, ni Semana Santa, ni Cuatro témporas, ni aun de la Cuaresma mayor, porque si ayunan, no es por la vigilia, sino porque les falta la vitualla.
«Miércoles de Ceniza del año pasado de 1601, la reina de Inglaterra sentenció á degollar algunos grandes de su reino.» Conviene observar que la loa de la comedia, tantas veces citada, según se desprende de los diálogos de los amigos, que le preceden, es de las primeras, ó acaso la primera de las loas de Rojas, y por consiguiente anterior en algunos años á lo restante de la obra.
Así se pasan los serenos dias Y uno por uno bajan de la sien, Y al levantarlos de la tierra fria, Polvo y ceniza son ellos tambien.
12 Vuestras memorias serán comparadas a la ceniza, y vuestros cuerpos como cuerpos de lodo. 14 ¿Por qué quitaré yo mi carne con mis dientes, y pondré mi alma en mi palma? 16 Y él mismo me será salud, porque no entrará en su presencia el impío. 17 Oíd con atención mi razón, y mi denuncia con vuestros oídos. 18 He aquí ahora, si yo me apercibiere a juicio, sé que seré justificado.
Ya no existes, pobre hijo mío... Una bala traidora ha agujereado tu pecho, y cuando empezabas a vivir, cuando todo el mundo te sonreía y tu madre vivía pendiente de tu sonrisa, tú tan noble, tan hermoso, tan valiente, ya no eres más que ceniza... Dios que estás en los cielos, ¿por qué me dejas vivir sin mi Nanín...? La voz de la marquesa sollozaba al pronunciar estas palabras.
¿Adónde me llevará usted, papá? ¿A Nápoles? No, hija mía, porque a Nápoles está demasiado lejos para ir allá de un tirón sin hacer ni un descanso. Además, Nápoles ofrece el inconveniente del sirocco, que agosta las flores, y la tenue ceniza del Vesubio, que abrasa los pulmones de las niñas. No llegaremos allí; nos detendremos en Niza...
Las mujeres duran poco; son como los pitillos: cuando se llega a más de la mitad, todo es ceniza, y hay que tirarlos. ¿Digo mal, caballeros? Todos aprobaron la sabiduría del chamarilero. Cuando Isidro creyó llegado el momento de formular su petición, el tío no la acogió del mismo modo que la otra vez.
¡Crónica yo! respondió Casa-Vieja, quitándose el cigarro de la boca para sacudirle la ceniza . Si la quieres negra... Aquí no se gasta otra cosa. Pero, ante todo, vamos a ver, ¿qué demonios has hecho tú por ahí fuera, sin maldita la necesidad la mayor parte del tiempo? Porque la madre patria ha podido pasarse muy bien sin tus servicios diplomáticos..., llamémoslos así.
A las seis de la madrugada, al despedirse Paco de Mesía con un apretón de manos, a la puerta del Casino, el Marquesito exclamó: ¡Bravo! ¡Al fin! ¿Eh? Mesía tardó en contestar; se abrochó su gabán entallado de color de ceniza, hasta el cuello; se apretó a la garganta un pañuelo de seda blanco, y al cabo dijo: Ps.... Veremos.
Y Mariskoff repitió, sacudiendo la ceniza de la pipa: ¡Ese es su hombre, Teodoro! ¡Mi hombre! murmuré sombríamente. ¡Era tal vez «mi hombre», sí! Mas no me seducía ir a buscar su familia, en la monotonía de una caravana, por aquellos desolados rincones de la China. Además, desde mi llegada a Pekín, no había vuelto a ver la sombra odiosa de Ti-Chin-Fú y su cometa en forma de papagayo.
Palabra del Dia
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