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Actualizado: 29 de julio de 2025


No hay plaza, no hay rincon, no hay calle ó casa Que de sangre y de muertos no esté llena, El hierro mata, el duro fuego abrasa, Y el rigor ferocisimo condena: Presto vereis, que por el suelo rasa Está la mas subida y alta almena, Y las casas y templos mas crecidos En polvo y en ceniza convertidos.

El bigote de don Víctor parecía una escoba mojada; con la humedad que traía de las marismas roció la frente de su esposa; pero ella no sintió repugnancia, y vio oro y plata en aquellos pelos tiesos que parecían un cepillo de yerbas hechas ceniza por la raíz y tostadas por las puntas.

Y comprendiendo que el hombre debe hallar en mismo recursos suficientes para flotar en esta clase de naufragios, supo toser y sonarse muy a propósito, limpió la ceniza del cigarro que le había caído sobre el pantalón con admirable oportunidad, no dejando tampoco, claro es, de mirar con cierta insistencia las mangas de la levita a fin de descubrir si era posible alguna mancha salvadora.

Y olvidando sus preocupaciones, con el instinto de todo hombre acostumbrado a adoptar una postura soberbia ante el público, erguíase, sacudía con las uñas la ceniza del cigarro caída sobre sus mangas y arreglábase la sortija que llenaba toda la falange de uno de sus dedos, con un brillante enorme envuelto en nimbo de colores, cual si ardiesen con mágica combustión sus claras entrañas de gota de agua.

Se asemejaba a brillante mariposa custodiada muchos años bajo un fanal, y que se deshace y convierte en ceniza, no bien se levanta el fanal y una ligera ráfaga de viento toca en ella y la mueve.

Hace cuarenta años que soy chantre de esta parroquia, y yo que cuando el pastor y yo denunciamos la cólera celeste el miércoles de ceniza, no se pronuncia ningún anatema contra aquellos que desean ser curados sin médico, diga lo que quiera el doctor Kimble.

La india abrió y don Raimundo de Melo Portas e Azevedo entró en el patio, saludando, la chistera tornasol en la mano; en vez del levitón legendario, llevaba ahora un sobretodo de pelo rizado, de estos color de ceniza, que no muestran la porquería... No le conozco se dijo la señora; pero, a esta hora y con esa facha, viene por Quilito: debe ser un acreedor. ¡Que la Virgen nos asista!

La insignificancia de aquellos objetos que contemplaba le partía el alma; se le figuraba que eran símbolo del universo, que era así, ceniza, frialdad, un cigarro abandonado a la mitad por el hastío del fumador. Además, pensaba en el marido incapaz de fumar un puro entero y de querer por entero a una mujer.

Se casan muy jóvenes y aunque no se reúnen con sus mujeres, se les ve tomar estado á los ocho ó nueve años. Les gusta mucho estar junto el fuego; encienden grandes hogueras, y por la noche se acuestan sobre la ceniza caliente; para mayor abrigo suelen poner entre dos árboles una especie de techado de hoja de palma, y por la mañana levantan el campo para volver á dormir donde les coge la noche.

13 Y Elías le dijo: No tengas temor; ve, haz como has dicho; pero hazme a primero de ello un pequeño pan cocido debajo de la ceniza, y tráemelo; y después harás para ti y para tu hijo. 14 Porque el SE

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malignas

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