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Actualizado: 27 de mayo de 2025


Me visteis ya al borde de los precipicios, junto á las cascadas, al pie de los torrentes: he pasado horas enteras sobre el musgo de una roca oyendo el murmullo de las aguas y contemplando el tenebroso fondo del abismo. Me he detenido involuntariamente al cruzar un bosque de abetos; me he estremecido sin querer al pasar por un bosque de pinos.

Luego, haciendo un esfuerzo, concentraba su atención, y oía a Febrer que le hablaba de grandes y lejanas ciudades, de desfiles de coches lujosos, con mujeres que ostentaban las últimas modas, de escalinatas de teatros por donde descendían cascadas de brillantes, plumas y hombros desnudos, esforzándose él por colocarse al nivel del pensamiento de la muchacha, por halagarla con estas descripciones de gloria femenil.

Por los cauces, donde de ordinario salta en sonoras cascadas un pequeño torrente de cristalina agua, corre ahora con estrépito una especie de fango, un líquido semisólido que es al mismo tiempo que un diluvio un desprendimiento. Estos son los fenómenos que, con el tiempo, rebajan poco á poco los montes y los extienden en capas horizontales de aluvión sobre los llanos y en el fondo de los mares.

Eran la señorita Margarita, apoyada en el brazo del señor de Bevallan, la señorita Helouin y la señora Aubry seguidas de Alain y Mervyn. El ruido que hacían al aproximarse, había sido apagado por el ruido de las cascadas; sólo estaban á dos pasos de , no tuve tiempo para retirarme, fué preciso que me resignara al desagrado de verme sorprendido en mi actitud de pensador melancólico.

La trompeta del juicio final no hubiera producido mayor efecto entre los sitiados, que despertaron repentinamente. ¡Es Piorette! ¡Es Marcos! gritaban voces cascadas y secas, voces de esqueletos . ¡Vienen a socorrernos! Todos trataban de incorporarse; algunos sollozaban, pero de sus ojos habían huido las lágrimas. Una segunda detonación les puso en pie.

Cascadas del Niagára y Tequendama Donde el agua de un mundo se derrama Para apagar de América la sed! Amazonas, Ontario, bello Plata, Donde la vírgen pura se retrata En la márgen bañándose los pies! Pampas inmensas, selvas olorosas, Del Andes cordilleras orgullosas Que corona la ardiente cruz del Sud!

Dentro de aquellos vergeles nada se oía más que el sonar de las cascadas o los silbos de los mirlos y ruiseñores que buscaban el nido entre los sauces y madreselvas; por las almenas nada cruzaba, y sólo se veía brillar dudosamente alguna luz en este o aquel ajimez en los encumbrados camarines del palacio: ¡oh Abenzeid, qué impaciencia! ¡qué inquietud!

Al fin, si la temperatura continúa bajando, el arroyo se solidifica de una á otra orilla, y á veces se congela hasta el fondo, convirtiéndose en una calzada de mármol verdoso manchado de puntos blancos por las vesículas de aire que encierra. Las cascadas, solidificadas, parecen de lejos cortinajes de seda cuyos pliegues han cesado de ondular.

De esta suerte he visto en Suiza esparcirse cascadas fatigadas y perezosas, que, habiendo dado muchos rodeos, parecían rendidas de sueño, de languidez. En el grandioso cuadro de luminarias que despliega el mar en las noches borrascosas, la medusa desempeña un papel aparte.

Una cinta de humo se enroscaba á continuación de sus dobles chimeneas. Su proa, cuando no estaba oculta, expelía cascadas de espuma, levantándose hasta mostrar el principio de la quilla. De noche navegaban todos con pocas luces: un simple farol á proa para aviso del que marcha delante y otro á popa para indicar la ruta al siguiente. Estas luces macilentas apenas se veían.

Palabra del Dia

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