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Actualizado: 27 de mayo de 2025
No obstante, el caudal cambia sin cesar; al mismo tiempo cambian también de sitio los torbellinos, la forma y extensión de los remansos y sus ondulaciones; la altura de las cascadas y la inmersión dé las plantas y raíces de los árboles.
Cascadas estupendamente atronadoras y magníficas que descienden impetuosas de lo alto de los Alpes; rios tormentosos, que corren gritando entre peñascos, salpicados de espuma, blanquísima como la plata; precipicios de mayor extension que la que puede medir el ojo humano; puentes como el del Diablo, perfectamente designado con ese nombre, por debajo del cual ruge con la poderosa voz de su cólera el impetuosísimo Reuss, que rompe entre piedras, con un espantoso ruido; abismos de profundidad espantosa; montañas de nieve del grueso de veinte y tres varas que amagan desplomarse: todo esto, reunido, forma el camino desde Fluelen hasta el Hospital.
Por detrás, una curva de la desembocadura le oculta el arroyo y los verdes prados que riega; por delante, el horizonte se limita bruscamente por una serie de gradas que el agua salta en pequeñas cascadas después de la lluvia; por encima, las branchas de árboles que bordean las riberas se curvan y entrelazan formando bóveda, y los ruidos de fuera no penetran en este salvaje cauce casi subterráneo.
De pronto Artegui, al volver una esquina, se metió en una tienda no muy ancha, cuyo escaparate ocupaban casi por entero dos luengos peinadores salpicados de cascadas de encaje y lazos de cinta azul el uno, rosa el otro. Dentro, era una exhibición de cuantos objetos componen el tocado íntimo del niño y la mujer.
Entonces tu alma enseña envolverá tu suelo, tus plácidos hogares con ella se ornarán, de oro, de azul y grana se teñirá tu cielo, y oro y azul y grana tus campos mostrarán. Tus ínclitos donceles, tus vírgenes amadas celebrarán ansiosos tu página inmortal; y temblarán tus montes, rosales, y cascadas a los melífluos sones de tu himno nacional.
Descendiendo sin cesar y creciendo constantemente, el arroyo se vuelve estrepitoso; cerca del nacimiento apenas si su arrullo era perceptible; en ciertos puntos, para oir el susurro de las aguas es preciso prestar mucha atención, escuchando de un modo indefinido el pequeño estremecimiento de la hierba y el choque insensible contra las pequeñas piedras; pero he aquí que el pequeño arroyo habla con voz clara, luego se hace ruidoso, y cuando corre por rápidas pendientes ó se arroja en cascadas, su ruido lo repercuten los ecos del bosque y las concavidades del monte.
Cuando lanzó el Taal la furia de sus fraguas brotaron de sus cráteres tus impetuosas aguas, y sobre sus burbujas tenues borlas de enaguas se arrastraron las casas cual débiles piraguas. Tus hermosas cascadas, al caer espumantes, engarzan en el aire millones de diamantes, y en las noches parecen sus rugidos vibrantes monótonos quejidos de fantasmas errantes. ¡Madre, madre laguna!
Pero hay sobre todo un salón vastísimo, imitando la naturaleza de la India, que produce la mas viva ilusión. Arroyos, fuentes, pequeñas cascadas, peñascos sombríos y musgosos, todo está preparado allí con cuidadosa imitacion, poblado el escenario de las plantas especiales y mas interesantes.
Diferente al arroyo que murmura encantador en sus cascadas de perlas, el gran río se dirige hacia el mar sin estruendo, casi sin ruido, pero llevando en su seno un ímpetu furioso; si encuentra un obstáculo, inmediatamente sus aguas lo salvan formando fuertes torbellinos donde se sumergen arrastrados para reaparecer á una gran distancia de allí.
En esta parte de su curso, las corrientes, las cascadas y los saltos, son los grandes fenómenos de la vida del arroyo.
Palabra del Dia
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