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Actualizado: 20 de mayo de 2025
13 Mira, la tierra de los Caldeos. 14 Aullad, naves de Tarsis; porque destruida es vuestra fortaleza. 15 Y acontecerá en aquel día, que Tiro será puesta en olvido por setenta años, como días de un rey. Después de los setenta años, cantará Tiro canción como de ramera. 16 Toma arpa, y rodea la ciudad, oh ramera olvidada; haz buena melodía, reitera la canción, para que tornes en memoria.
De modo que á la hora en que le volvemos á encontrar, no cuenta un solo deseo que no haya visto satisfecho; es decir, se ha bebido, vaso á vaso, más de media cántara de agua de limón «fría como la nieve»; ha comido, de seis en seis, más de un ciento de merengues; ha convidado á cuantos paisanos y conocidos hallaba al paso; ha comprado una sinfonía en una tienda de alemanes, y ha oído una misa mayor en la Catedral.
Era juez entonces un Machado, Y dicen, que bien pudo, si quisiera, Que del Ingles no fuese saqueado El pueblo, y el mancebo que saliera Con arco y flechas de otros ayudado Bien fuera, si Machado no impidiera, Y en breve mucha gente se juntára, Con que el Ingles victoria no cantára.
Partió de Mecina el Duque con toda la armada á primero de noviembre, y no pudiendo pasar de Zaragoza por los contrarios tiempos, estuvo allí hasta primero de diciembre, que partió para Malta, donde llegaron todas las galeras, y las naves volvieron á Zaragoza; por la extremidad de los malos y contrarios vientos tardó muchos días en junctarse toda la armada y hubo grandes dificultades en ello, y en el medio que se junctaba, el gran Maestre y todos los pláticos de la costa de Berbería fueron de parescer que el armada, con el tiempo que partiese de allí, fuese al Seco del Palo, que es en la costa de África, en Trípol, y la isla de los Gelves, 85 ó 90 millas distancia de lo uno y de lo otro, y que los navíos que primero llegasen esperasen allí á los otros, y con esta resolución, con el primer tiempo, que fué á los 10 de hebrero, se hizo el armada á la vela y las naves siguieron su derrote al Seco, y las galeras fueron á los Gelves para hacer allí agua; donde allegaron fueron descubiertas dos naves turquescas surtas, la una adonde llaman la Cántara, y la otra junto á la Roqueta, y para tomarlas, algunas galeras se adelantaron, y entre ellas la Capitana de D. Sancho de Leyva, que llegó primero que nadie, y la una dellas la tomó sin haber hallado en ella persona ninguna, é aunque la nave se había entrado por una canal donde con mucha dificultad podía entrar galera ninguna, entró D. Sancho, porque llevaba consigo un Chuzamuza, cosario turco que él tenía preso, y era muy plático en aquella costa.
Pasmábase de que el mundo entero no estuviese convertido, de que toda la humanidad no cantara sin cesar las alabanzas de la santa de Ávila. «Oh, bien decía aquel bendito, dulce, triste y tierno fray Luis de León: la mano de Santa Teresa, al escribir, era guiada por el Espíritu Santo, y por eso enciende el corazón de quien la saborea».
No ha sido nada dijo el militar, que se había descubierto respetuosamente, no ha sido nada: pasaba hace un momento por la calle, y cinco hombres soeces que le encontraron quisieron que cantara no sé qué cosa, y el señor, que no estaba para cantos, se negó." La joven miró al militar con expresión de estupor. Parecía no comprender nada de lo que éste había dicho.
Algo semejante ocurre en «Chantecler». En vano la faisana tratará de sobreponerse á la voluntad del gallo galán y dictador. «Chantecler» cantará siempre: su clarín es el grito que ahuyenta las sombras de la tierra, y aleja las estrellas sin apagarlas, y llena los campos de matices y echa sobre los surcos la alegría fecundante del trabajo: él es quien llama al sol; él, símbolo de toda actividad, es la llave de oro de la vida...
Por eso en la presente obscuridad escuchamos el ritmo de tus pasos, porque en aquella noche de orfandad dilataste tu espíritu hasta romper los lazos del abrazo fugaz de lo mortal. Y por eso, fantasma azul del alma femenina que soñara Rizal, prolongación del beso de su obsesión divina, vibrante poesía que el poeta cantara, eres, clara María, ¡Nuestra María Clara!
-Mándote yo -dijo Sancho-, pobre doncella, mándote, digo, mala ventura, pues las has habido con una alma de esparto y con un corazón de encina. ¡A fee que si las hubieras conmigo, que otro gallo te cantara! Acabóse la plática, vistióse don Quijote, comió con los duques, y partióse aquella tarde. Capítulo LXXI. De lo que a don Quijote le sucedió con su escudero Sancho yendo a su aldea
Lo que sí está fuera de toda duda es que a consecuencia de los contratiempos de aquellos días, estaba la señora tan aplanada y con los espíritus tan decaídos, que su esposo llegó a figurarse que había perdido la salud. «Tú tienes algo; no me lo niegues. ¿Quieres que venga el médico?... Ya ves, si hubieras tomado los baños de los Jerónimos, otro gallo te cantara». Pero ella aseguraba no tener nada, y si no se opuso a que viniera el médico, tampoco declaró a este ninguna dolencia terminante.
Palabra del Dia
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