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Con los primeros hacía yo mejores migas que con los segundos, y asistía a todas las conferencias de Marcial. Si no temiera cansar al lector, le referiría la explicación que éste dio de las causas diplomáticas y políticas de la guerra, parafraseando del modo más cómico posible lo que había oído algunas noches antes de boca de Malespina en casa de mis amos.

Item, que su Mag. cometa a alguna persona platica de estas cosas, q. busque la forma en que se pueda cumplir lo de mas. Declarándole ser su voluntad verdadera q. aquello aya effecto. Porque de otra manera será cansar a Su Mag. y andar Ant. Al fin, digo que pretende, que es, ó ser de su Mag. ó suyo, y esto con breuedad por las muchas consideraciones ya declaradas.

Soplaba un nordeste muy fuerte, que comenzó a traer grandes gotas de lluvia. Ugarte comenzó a nadar con brío; yo le dije que tuviera cuidado, porque se iba a cansar pronto. Me atendió, y de cuando en cuando los tres nos echábamos boca arriba para descansar. Nos sustituímos llevando el fajo de tablas, que nos servía para nadar con menos fatiga. Pasamos por delante del otro pontón.

Los diarios de Montevideo empezaron a llamar salvaje a Rosas; un día la Gaceta de Buenos Aires apareció con esta agregación al tema ordinario: muera los salvajes unitarios; repitiólo la mazorca, repitiéronlo todas las comunicaciones oficiales, repitiéronlo los gobernadores del interior, y quedó consumada la adopción. «Repita usted la palabra salvaje escribía Rosas a López hasta la saciedad, hasta aburrir, hasta cansar.

¡Ay, qué delicados están los tiempos!... Usted, ¿qué se ha de vender? Falta que haya quien le compre. Y esto no es compra, sino socorro. No me dirá usted que no lo necesita... En fin, pa no cansar... replicó bruscamente José , si me dan la ministración... Una cantidad y punto concluido... ¡Que no me da la gana, que no me da la santísima gana!

A fin de no cansar a los lectores de El Liberal, voy, pues, a prescindir de no poco de cuanto he dicho hasta ahora, así como de lo que han dicho mis discretos impugnadores, a retirarme modestamente de la palestra, y a ceñirme en mi despedida al caso particular que me impulsó a escribir y al propósito que tuve al hacerlo.

Esas cosas, por dulces que sean, acaban por cansar, doña Bernarda decía el viejo sentenciosamente. La cómica levantará el vuelo cualquier día; además, deje usted que Rafael vaya como diputado a Madrid y vea aquel mundo; a la vuelta no se acordará de esa mujer. El fiel lugarteniente de los Brull se hubiera asombrado al ver lo poco que conseguía Rafael.

Gonzalo, mal prevenido contra el egregio huésped, se había llegado a cansar de aquel monólogo de pintura, y cambiaba frases por lo bajo con su cuñada, embromándola, como de costumbre, con lo poco que comía: Vamos, Huesitos, otra chuleta, no te vergüenza porque este señor esté delante. Ya le hemos dicho que no se sorprendiera de verte comer tanto.

En resolución, y para no cansar más a mis lectores, diré que antes de cumplirse el año de conocerse y tratarse D. Joaquín y la bella Rafaela, él, con asombro general de sus compatriotas, parecía un hombre nuevo: era como la oruga, asquerosa y fea durante el período de nutrición y crecimiento, que por milagroso misterio de Amor, y para que se cumplan sus altos fines, transforma la mencionada deidad en brillante y pintada mariposa.

¡No, no, me lo va usted a fatigar demasiado! respondió riendo la mamá, entusiasmada por la perspectiva de ver a su hijo hecho un hombre y en traje de cazador. ¡Qué se ha de cansar! Le montaremos a caballo. Además allí no se necesita andar mucho para hallar las perdices. Desde el balcón de mi cuarto las veo muchas mañanas. ¡Oh, qué gusto! ¡Qué bien estaría yo allí!