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No tuvieron tiempo más que para salvar corriendo la distancia que les separaba de un recodo que el camino hacía. Tomás apareció en seguida con el candil en la mano vomitando injurias. ¡Ah perra, perra! ¿Te has escapado con tu señorito, eh? ¡Ya volverás y nos veremos las caras!

Y no pudiendo soportar la vergüenza dió un soplo al candil, un empellón á Jacinto y atrancó la puerta apresuradamente. El mozo de Fresnedo tornó á ver las visiones de antes, pero mucho más brillantes, mucho más deslumbradoras. Y como estaba deslumbrado comenzó á marchar trompicando por el camino pedregoso en dirección á su pueblo. Los viejos se habían ido á la cama. Flora hizo lo mismo.

Aun en las noches más obscuras sus pupilas reconocen las corolas mejor abiertas, y parécele que todas claman hacia ella con místicas voces, anhelosas de morir sobre la pureza de los altares. Hacia un ángulo del huerto, la puertecita de encalada celda recorta en la obscuridad el dorado resplandor de un candil encendido.

Más de una vez, en las frecuentes reyertas entre cadetes y paisanos que estallaban generalmente en los bailes de candil, había tirado al suelo tres o cuatro mozos de tres o cuatro puñetazos, lo cual llamaba tanto más la atención del vulgo cuanto que nada tenía de corpulento y atlético en su figura.

Y no faltaba quien añadiese, jurando haberlo visto, que sólo con acercar la uña, cuando estaba él bien cargado y saturado de electricidad, encendía un candil o disparaba un cañoncito muy cuco que se usaba para esta experiencia.

Hermano Gabriel dijo la anciana , es preciso socorrer a este hombre. Es preciso socorrer a este hombre contestó el hermano Gabriel. ¡Por Dios, señora! exclamó la del candil . ¿Dónde va usted a poner aquí a un moribundo? Hija respondió la anciana , si no hay otro lugar en que ponerle, será en mi propia cama. ¿Y va usted a meterle en casa repuso la otra , sin saber siquiera quién es?

Después, á la luz del candil, iba y venía por la barraca preparando su viaje á Valencia. La madre la seguía sin verla desde la cama, para hacerle toda clase de indicaciones. Podía llevarse las sobras de la cena; con esto y tres sardinas que encontraría en el vasar tenía bastante. Cuidado con romper la cazuela, como el otro día. ¡Ah!

Era una mujer joven, con un candil en la mano, la cual, dirigiendo la luz hacia el objeto que divisaba a sus pies, exclamó: ¡Jesús María!, no es Manuel; es un desconocido... ¡y está muerto! ¡Dios nos asista! Socorrámosle exclamó la otra, que era una mujer de edad, vestida con mucho aseo . Hermano Gabriel, hermano Gabriel gritó entrando en el patio : venga usted pronto.

Salió en esto el huésped, en camisa, los pies en unas empanadas de frenegal, cinchado con una faja de grana de polvo al estómago, y un candil de garabato en la mano, diciendo que se sosegasen, que aquel ruido no era de cuidado, que se volviesen á sus camas, que él pondría remedio en ello.

Quien le viese sentado en su escaño de madera ennegrecido por el tiempo y el humo, con un libro entre las piernas y el candil pendiente sobre su cabeza, no podría menos de sentirse sobrecogido de respeto.