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Actualizado: 25 de julio de 2025
La tierra es allí tan generosa y feraz, que no puede imaginarse el sinnúmero de flores y la masa de verdura que ciñen las márgenes de los arroyos, esparciendo grato y campestre aroma. Campanillas, mosquetas, violetas moradas y blancas, lirios y margaritas abren allí sus cálices y lucen su hermosura.
El propietario de La Rinconada, rico cortijo con pequeña plaza de toros, era un entusiasta que tenía la mesa dispuesta y abierto el pajar para todos los aficionados famélicos que quisieran divertirle lidiando sus reses. Juanillo fue allá en días de miseria con otros compañeros, para comer a la salud del hidalgo campestre aunque fuese a costa de algunos revolcones.
Le hemos visto hombre, independiente de toda necesidad, libre de toda sujeción, sin ideas de gobierno, porque todo orden regular y sistemado se hace de todo punto imposible. Con estos hábitos de incuria, de independencia, va a entrar en otra escala de la vida campestre que, aunque vulgar, es el punto de partida de todos los grandes acontecimientos que vamos a ver desenvolverse muy luego.
Pensó con cierto terror en el suplicio de las botas y el tormento del cuello de la camisa, después de su larga temporada de campestre libertad; pero quería salir de la isla lo mismo que había venido a ella.
En la semioscuridad del fondo más espeso del encinar, un joven observa de lejos esta escena campestre de esparcimiento doméstico; con paso desigual va de una encina a la otra sin que el césped deje percibir el ruido de sus pasos; tiene en sus manos un libro en blanco deteniéndose a intervalos para borronear en él algunas líneas.
La falta, no obstante, de sonoridad y nobleza en los nombres, y de altos recuerdos históricos en los sitios, está más que compensada por la espléndida pompa y por la gala inmarcesible que la fértil naturaleza despliega allí y difunde por todos lados. Nuestro mayor recreo campestre era ir a caballo a la Tejuca, con la fresca, casi al anochecer.
La navegación no podía ser mejor. El Mediterráneo era una llanura de plata bajo la luz de la luna. De la costa invisible llegaban tibias bocanadas de perfume campestre. Los grupos de la cubierta hacían memoria, con una satisfacción egoísta, de los grandes peligros que arrostraban las gentes al embarcarse en los mares del Norte, plagados de submarinos alemanes.
Me acordé de Trembles. ¡Hacía tanto tiempo que no pensaba en aquellos lugares! Fue como el destello de un saludo, y cosa rara, por un súbito retroceso a impresiones tan lejanas recordé los aspectos más austeros y calmantes de mi vida campestre. Volví a ver Villanueva con su larga línea de casas blancas, apenas más altas que los ribazos.
La emulación y los celos entre dos cofradías rivales, las fiestas y procesiones en que compiten, y sobre todo, la lucida cabalgata y jira campestre llamada del romerito, todo está lindamente pintado, rico de luz y de colores; todo tiene el perfume campesino de los pinares y de las huertas, la claridad y la limpieza de los arroyos de agua corriente, cerca del esquivo y apartado manantial, y la brillantez azul y serena del cielo despejado de Andalucía.
Todas ellas, al buscar en el domingo, día clásico de huelga y despilfarro en los laboriosos pueblos de provincias; al buscar, repito, en el domingo el desquite de las flojedades de entrada de toda la semana, se han hallado con el baile campestre que les arrebataba, en masa, la concurrencia más cara, más abundante y más lujosa, es decir, el alma del negocio.
Palabra del Dia
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