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Actualizado: 30 de junio de 2025
Nos iremos los tres a un desierto a hacer penitencia y comer yerba. Cállese usted. Usted es la que se va a callar... a ver si se duerme y se le calman los nervios. La salida de hoy no tendrá consecuencias. ¿Sabe usted lo que venía pensando?, que si encontraba mal a la buena moza, me quedaría aquí esta noche. Y al salir de casa, le dije a mi madre que quizás no volvería.
12 Celos aun del aire matan, fiesta que se representó á SS. MM. en el Buen Retiro, cantada. 1 El mágico prodigioso, de D. Pedro Calderón. 2 Callar hasta la ocasión, de Juan Hurtado Cisneros. 3 Auristela y Lisidante, de D. Pedro Calderón. 4 Guardar palabra á los santos, de D. Sebastián Olivares. 5 La difunta pleiteada, de D. Francisco de Rojas Zorrilla.
Decía Bouterwek en su prólogo, que no estimaría vano el tiempo invertido en escribir su obra histórica, si lograba con ella infundir nueva vida en el espíritu alemán, comunicándole el bello colorido del mediodía, y por un motivo análogo no debo callar tampoco, que otras esperanzas y otros deseos me han estimulado á acometer esta empresa, sosteniéndome para perseverar gozoso en su difícil cumplimiento.
Y continuaba su discurso incoherente, interrumpido por toses y por sollozos. Después el Magistral le hizo callar y escucharle. Habló mucho y bien don Fermín. Era necesario para obtener el perdón de Dios que don Pompeyo, antes de sanar, porque sin duda sanaría y eso pensaba él también diese un ejemplo edificante de piedad.
En vano Javier quiso rehabilitarle dando algunas palmadas tardías. El público, animal implacable, le mandó callar. Lázaro tuvo la presencia de espíritu suficiente para contemplar cara á cara aquellas cien bocas que bostezaban. Robespierre se desesperaba en el mostrador con suprema expresión de fastidio. Lo he hecho muy mal dijo tristemente el orador al oído de su amigo.
Yo, que tantos libros he leído de los que tiene mi padre, me acuerdo de que don Quijote dice que todos los caballeros andantes llevaban en el escudo un letrero. Bueno, pues tú y yo somos dos caballeros andantes con este letrero: cariño y paciencia. ¿Te gusta? Pues a callar y no perdamos el tiempo en augurios tristes. Aseguran las gentes que quien espera desespera: no importa.
Dejó ésta escapar otro gemido. Su madrina se volvió con mal reprimida cólera. ¿Quieres callar, eh? ¿quieres callarte? Y la miró un buen rato con extraordinaria fijeza. Volvió a anudar la plática, pero en su voz se notaba leve alteración. Micaela estaba más y más distraída.
¿Y para qué necesita saber derecho romano si es marqués? replicó con audacia irritante la joven. La disputa prosiguió con acritud por ambas partes, sobre todo por la de Tristán. Sin embargo, Escudero hizo callar a su hija, porque después de lo que Tristán había revelado era disculpable su cólera. Al entrar de nuevo Tristán en su cuarto después del almuerzo, encontró allí a su amigo García.
«¡Bastante tenía él sobre su alma con el entierro civil de Barinaga y la consiguiente ojeriza que gran parte del pueblo había tomado al señor Magistral!». «No, no quería más luchas religiosas. Ya iba siendo viejo para tamañas empresas. Mejor era callar, vivir en paz con todos». La muerte de Barinaga le hacía temblar al recordarla. «¡Morir como un perro! ¡Y yo que tengo mujer y cuatro hijas!».
El viejo no pudo callar más tiempo. ¿Tampoco fumaba?... Ahora comprendía el asombro de ciertas gentes. Un hombre de tan pocas necesidades metía tanto miedo como un ánima del otro mundo. Y mientras Salvatierra aproximábase a la lumbre, que comenzaba a crepitar con alegre llama, el aperador salió de la cocina. Poco después volvió, llevando al brazo su capote de monte.
Palabra del Dia
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