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Actualizado: 31 de mayo de 2025
Prodújose un furioso altercado entre ambas, hasta que María, escandalizada, les hizo callar, advirtiéndoles que el de Tunes y el de la Merced eran un mismo Señor, aunque cada cristiano era libre para tener más fe en la imagen que quisiera. Por último, se fueron retirando las señoras, quedando solamente dos, la viuda de Delgado y una de sus hermanas, a pasar la noche con las niñas.
Pero tuvo el supremo valor de callar sus inquietudes, por no aminorar la alegría de su hijo, no queriendo ver ni una sola arruga en aquella frente radiante. Y para estar más seguro de no ser causa de una complicación á última hora, anunció á Mauricio que partía para el Havre. ¿Pero volverá usted mañana por la mañana? preguntó Mauricio con algún cuidado. Mañana por la tarde.
Manuel repitió Dolores. ¿Me dejas en paz, o me vuelvo? contestó Manuel; Dolores calló. Don Federico prosiguió Manuel , casamiento y señorío, ni quieren fuerza ni quieren brío. Hazme el favor de callar, Manuel le interrumpió su madre. También es fuerte cosa gruñó Manuel . No parece sino que estamos asistiendo a un entierro.
Al oírnos hablar del baile, nos obligó a callar; dirigió dos o tres frases hirientes a mi tío, por haberse permitido asistir al club y comenzó a contarnos su jornada. Parece que aquello había sido un campo de Agramante: que la emoción de mi tía había sido puesta tres veces a votación y que tres veces había sido rechazada.
Mi propósito, al escribir esta obrilla, no es, por lo tanto, discurrir económicamente sobre el dinero: dar lecciones sobre el modo más fácil de adquirirle. ¿Quién sabe, dado que yo averiguase este modo, si, a pesar de mi acendrada filantropía, no me le había de callar, al menos por unos cuantos años, aprovechándome de él para mi uso privado y el de algún que otro amigo muy predilecto?
Pero ¿qué diabólico secreto es el suyo, Ojeda, para obtener tales éxitos? Debía comunicarlo a los amigos... La proximidad de Nélida le hizo callar. Venía ahora la joven muy distinta de como la había visto Isidro poco tiempo antes.
Todos estos razonamientos repito que me encantaban. Y yo daba gracias fervientes al cielo porque me había hecho nacer en una edad en que las cosas habían cambiado de tal suerte, que el escritor, contando con el público, para nada necesitaba de tirano a quien adular, ni a fin de no incurrir en su enojo se veía obligado a callar las más útiles y hermosas teorías.
No, mujer. ¡Dale! Vienen y vienen. ¿Te convences, porfiosa? Es que les gustaste tú. No, tú. El del azafrán viene a casarse contigo. Pues a ti te mira mucho el clérigo mal comparado. ¡Chssss! Callar, que están cerca, alborotadoras de Judas. ¡Callaban! Que callen ellos si les da la gana. Y Amparo y Ana cantaron a dúo: Me gusta el gallo, Me gusta el gallo, Me gusta el gallo Con azafrán...
Pero es el caso que tengo un amigo que es de esos hombres que se dejan impresionar fácilmente por la última persona que oyen, de esos caracteres débiles, flojos, apáticos, irresolutos, de reata, en fin, que componen el mayor número en este mundo, que nacieron, por consiguiente, para obedecer, callar y ser constantemente víctimas, y cuya debilidad es la más firme columna de los fuertes.
Y Sarrió contesta: No lo sé yo a punto fijo, pero era un gran personaje de entonces. Lo que sí recuerdo es que iba todo afeitado. Vuelven a callar. Y Azorín se acerca la copa a los labios y piensa que en la vida no hay nada grande ni pequeño, puesto que un grano de arena puede ser para un hombre sencillo una montaña. Verdú está cada vez más débil y achacoso.
Palabra del Dia
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