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De suerte, que quando decimos en esta obrilla, que la fantasía arrastra, pervierte, corrompe al juicio, entendemos solamente la grande influencia que tiene la imaginativa en nuestras operaciones; bien que siempre suponemos, como varias veces hemos dicho, que el juicio libremente asiente, ó disiente á las cosas que se presentan á los sentidos, ó se imprimen en la imaginacion.

Lo que hizo fue poner glosas y comentarios de provechosa edificación, cuando tal o cual pasaje lo requería; pero yo los suprimo aquí, porque no están en moda las novelas anotadas o glosadas, y porque sería voluminosa esta obrilla, si se imprimiese con los mencionados requisitos.

Mi propósito, al escribir esta obrilla, no es, por lo tanto, discurrir económicamente sobre el dinero: dar lecciones sobre el modo más fácil de adquirirle. ¿Quién sabe, dado que yo averiguase este modo, si, a pesar de mi acendrada filantropía, no me le había de callar, al menos por unos cuantos años, aprovechándome de él para mi uso privado y el de algún que otro amigo muy predilecto?

Con este motivo escribió Lope un Nuevo arte de hacer comedias, obrilla interesante para fijar su carácter como dramático, merecedora de que no la pasemos por alto, y de la cual trataremos después . Por este tiempo se vió Lope empeñado en diversas disputas literarias, ocasionadas en lo general por la mezquina envidia de otros escritores menos renombrados, en odio á su fama siempre creciente.

¿Será necesario afirmar que, aun concretado á una especialidad, el Duque de Cantarranas era un excelente crítico? Baste decir que sus consejos tenían fuerza de ley y sus dictámenes eran tan decisivos, que jamás se apeló contra ellos al tribunal augusto de la opinión pública. Por eso le cité, en unión de los otros tres personajes que describiré luego, para que juzgase mi obrilla.

Al considerar esto me entra temblor como de calentura, y pido al numen método y plan para mi obrilla; pero al numen le incomoda el método, y lo que es yo por no le trazo sino muy vulgar, sin atinar a aventurarme por nuevos caminos, y sin resignarme a seguir los muy trillados y seguidos por todos. Para saber el día en que empieza y el día en que acaba la Primavera remito al lector al almanaque.